El cambio es una constante en la vida, pero no siempre es fácil de aceptar o afrontar. A veces nos resistimos al cambio por miedo, inseguridad o comodidad. Otras veces nos sentimos abrumados por el cambio y no sabemos cómo adaptarnos o qué hacer. En ambos casos, el cambio puede generar estrés, ansiedad, frustración o depresión.
La terapia racional emotiva conductual (TREC) es un tipo de psicoterapia que nos puede ayudar a afrontar el cambio con valentía y optimismo. La TREC se basa en la idea de que no son las situaciones las que nos afectan emocionalmente, sino las creencias que tenemos sobre ellas. Estas creencias pueden ser racionales o irracionales, y determinan cómo nos sentimos y cómo actuamos.
Las creencias irracionales son aquellas que no se ajustan a la realidad, que son exageradas, absolutistas o negativas. Por ejemplo: «Todo tiene que salir perfecto», «No puedo soportar este cambio», «Soy un fracaso si no logro lo que quiero». Estas creencias nos hacen sentir mal y nos impiden afrontar el cambio de forma efectiva.
Las creencias racionales son aquellas que se basan en la evidencia, que son flexibles, realistas y positivas. Por ejemplo: «Prefiero que las cosas salgan bien, pero puedo tolerar los errores», «Este cambio es difícil, pero puedo adaptarme y aprender de él», «Soy una persona valiosa y capaz, aunque no consiga todo lo que me propongo». Estas creencias nos hacen sentir bien y nos motivan a afrontar el cambio con confianza y resiliencia.
La TREC nos enseña a identificar y cuestionar nuestras creencias irracionales, y a reemplazarlas por creencias racionales. De esta forma, podemos cambiar nuestras emociones y conductas negativas por otras más saludables y adaptativas. La TREC también nos ayuda a desarrollar habilidades para resolver problemas, tomar decisiones, comunicarnos asertivamente y manejar el estrés.
La TREC es una terapia breve, práctica y orientada a objetivos. Se puede aplicar a diferentes tipos de cambios, como personales, laborales, familiares o sociales. La TREC nos ofrece un apoyo para afrontar el cambio con valentía, sin negarlo ni evitarlo, sino aceptándolo como una oportunidad de crecimiento y desarrollo personal.


