Según la terapia racional emotiva conductual (TREC), una de las formas más efectivas de mejorar nuestras relaciones personales es desarrollar la capacidad de ser vulnerables y abiertos emocionalmente con los demás. La vulnerabilidad se refiere a la disposición a mostrar nuestros sentimientos, pensamientos y necesidades sin miedo al rechazo o al juicio. La apertura emocional implica expresar lo que sentimos y lo que queremos de forma honesta y respetuosa, sin ocultar o manipular la información.
La TREC sostiene que muchas de las dificultades que experimentamos en nuestras relaciones se deben a creencias irracionales que nos impiden ser vulnerables y abiertos emocionalmente. Algunas de estas creencias son:
– Debo ser perfecto/a para que me quieran y me acepten.
– No puedo mostrar mis debilidades o defectos porque me verán como inferior o incompetente.
– Si revelo mis sentimientos o necesidades, me harán daño o me abandonarán.
– Si digo lo que pienso o lo que quiero, provocaré un conflicto o una ruptura.
– No tengo derecho a pedir lo que necesito o a decir no a lo que no quiero.
Estas creencias irracionales nos llevan a adoptar actitudes defensivas, evitativas o agresivas en nuestras relaciones, lo que dificulta la comunicación, la confianza y la intimidad. Por el contrario, al ser vulnerables y abiertos emocionalmente, podemos lograr los siguientes beneficios:
– Nos sentimos más auténticos y congruentes con nosotros mismos y con los demás.
– Generamos un clima de seguridad y confianza en el que podemos expresarnos libremente y escuchar con atención.
– Creamos un vínculo más profundo y significativo con las personas que nos importan.
– Favorecemos el entendimiento mutuo y la resolución de conflictos de forma constructiva.
– Aumentamos nuestra autoestima y nuestro bienestar emocional.
Para fortalecer la conexión a través de la vulnerabilidad y la apertura emocional, la TREC nos propone los siguientes pasos:
– Identificar y cuestionar las creencias irracionales que nos impiden ser vulnerables y abiertos emocionalmente. Podemos preguntarnos: ¿Qué evidencia tengo de que esta creencia es cierta? ¿Qué consecuencias tiene esta creencia para mí y para mis relaciones? ¿Qué alternativa más racional y adaptativa puedo adoptar?
– Practicar la autoaceptación incondicional. Esto significa aceptarnos tal como somos, con nuestras fortalezas y debilidades, sin depender de la aprobación o el reconocimiento externo. Podemos recordarnos: Soy una persona valiosa e imperfecta, merecedora de amor y respeto.
– Elegir a las personas adecuadas para ser vulnerables y abiertos emocionalmente. No todas las personas son dignas de nuestra confianza o están dispuestas a escucharnos y apoyarnos. Podemos seleccionar a aquellas personas que nos demuestran afecto, comprensión y respeto, y que comparten nuestros valores e intereses.
– Expresar nuestros sentimientos, pensamientos y necesidades de forma asertiva. Esto implica comunicarnos de forma clara, directa y respetuosa, sin agredir ni someternos a los demás. Podemos usar frases como: Me siento…, pienso que…, necesito que…, me gustaría que…, ¿qué opinas?, ¿qué te parece?, ¿cómo te sientes?, ¿qué necesitas?
– Escuchar activamente a los demás cuando nos comparten su vulnerabilidad y apertura emocional. Esto significa prestar atención plena a lo que nos dicen, sin interrumpir ni juzgar, mostrando interés y empatía. Podemos usar frases como: Te entiendo…, te escucho…, gracias por compartir…, ¿cómo puedo ayudarte?, ¿qué quieres que haga?
La vulnerabilidad y la apertura emocional son habilidades que se pueden aprender y mejorar con la práctica. Al incorporarlas en nuestras relaciones personales, podemos fortalecer la conexión con los demás y con nosotros mismos, aumentando nuestra satisfacción y felicidad.


