La procrastinación y la ansiedad son dos problemas que se retroalimentan y que pueden afectar negativamente a nuestra productividad, bienestar y autoestima. A menudo, procrastinamos porque nos sentimos abrumados, inseguros o temerosos de enfrentarnos a una tarea difícil o desagradable. Esto nos genera ansiedad, que a su vez nos impide actuar y nos hace sentir peor. ¿Cómo podemos romper este ciclo y recuperar el control de nuestro tiempo y nuestras emociones?
Una posible solución es crear un plan de acción y recompensas que nos ayude a motivarnos, organizarnos y celebrar nuestros logros. Un plan de acción consiste en dividir la tarea en pasos más pequeños y concretos, establecer plazos realistas y priorizar lo más importante. Un plan de recompensas consiste en premiarnos por cada paso completado con algo que nos guste o nos relaje, como ver una serie, comer algo rico o hacer ejercicio.
De esta forma, podemos reducir la ansiedad al tener una visión más clara y manejable de lo que tenemos que hacer, y aumentar la satisfacción al sentir que avanzamos y nos cuidamos. Además, al reforzar positivamente nuestro comportamiento, podemos crear un hábito de acción que nos haga más resistentes a la procrastinación en el futuro.


