El estrés es una reacción natural del cuerpo ante situaciones que percibimos como amenazantes o desafiantes. Sin embargo, cuando el estrés se vuelve crónico o excesivo, puede tener efectos negativos en nuestra salud física y mental. En este artículo te explicaremos cómo el estrés afecta tu cerebro y qué puedes hacer para controlarlo.
El cerebro es el órgano que coordina todas las funciones del cuerpo y las respuestas emocionales. Cuando estamos estresados, el cerebro activa el sistema nervioso simpático, que prepara al cuerpo para la acción. Se liberan hormonas como la adrenalina y el cortisol, que aumentan la frecuencia cardíaca, la presión arterial, la respiración y el nivel de azúcar en la sangre. Estas hormonas también afectan al cerebro, provocando cambios en la actividad cerebral y en la estructura de algunas regiones.
Algunos de los efectos del estrés en el cerebro son:
– Disminución de la memoria y el aprendizaje: El estrés crónico reduce el tamaño del hipocampo, la zona del cerebro encargada de la formación y el almacenamiento de los recuerdos. Esto dificulta la capacidad de recordar información y de adquirir nuevos conocimientos.
– Alteración del estado de ánimo: El estrés crónico afecta al equilibrio de los neurotransmisores, las sustancias químicas que regulan las emociones. Esto puede provocar ansiedad, depresión, irritabilidad o apatía.
– Disminución de la creatividad y la resolución de problemas: El estrés crónico reduce la actividad de la corteza prefrontal, la zona del cerebro responsable del pensamiento abstracto, la planificación y la toma de decisiones. Esto limita la capacidad de generar ideas originales y de encontrar soluciones a los problemas.
– Aumento del riesgo de enfermedades neurodegenerativas: El estrés crónico produce inflamación y daño oxidativo en las células cerebrales, lo que favorece el desarrollo de enfermedades como el Alzheimer o el Parkinson.
Para evitar estos efectos negativos del estrés en el cerebro, es importante aprender a controlarlo. Algunas estrategias que pueden ayudarte son:
– Practicar técnicas de relajación: La relajación es el proceso opuesto al estrés. Al relajarnos, activamos el sistema nervioso parasimpático, que restaura el equilibrio del cuerpo y reduce los niveles de las hormonas del estrés. Algunas técnicas de relajación son la respiración profunda, la meditación, el yoga o el masaje.
– Hacer ejercicio físico: El ejercicio físico libera endorfinas, unas sustancias químicas que producen sensación de bienestar y alivian el dolor. El ejercicio físico también mejora la circulación sanguínea y el oxígeno al cerebro, lo que favorece su funcionamiento y su plasticidad.
– Mantener una alimentación saludable: La alimentación influye en la salud cerebral. Algunos alimentos que pueden ayudar a combatir el estrés son los ricos en omega-3, como el pescado azul o las nueces; los ricos en antioxidantes, como las frutas y las verduras; y los ricos en triptófano, como el plátano o el chocolate negro.
– Buscar apoyo social: El apoyo social es un factor protector frente al estrés. Contar con personas que nos escuchen, nos comprendan y nos ayuden nos hace sentir más seguros y confiados. Además, las relaciones sociales estimulan la producción de oxitocina, una hormona que reduce el estrés y aumenta el vínculo afectivo.
– Dedicar tiempo al ocio: El ocio es una forma de desconectar de las preocupaciones y de disfrutar del presente. Realizar actividades que nos gusten y nos diviertan nos permite liberar tensiones y expresar nuestras emociones. El ocio también potencia nuestra autoestima y nuestra creatividad.
El estrés es inevitable en la vida moderna, pero podemos aprender a manejarlo para que no afecte negativamente a nuestro cerebro. Siguiendo estas recomendaciones podrás mejorar tu salud cerebral y tu calidad de vida.


