En una pequeña ciudad rodeada de montañas, vivía Alicia, una mujer con una mente brillante y una imaginación aún más activa. Alicia era conocida entre sus amigos como “la reina del drama anticipado.” No porque le gustara el drama, sino porque siempre estaba preocupada por algo que podría salir mal.
Un día, Alicia recibió una invitación para una reunión importante en su trabajo, donde presentaría un proyecto. La noche anterior, no pudo dormir. Se preocupaba: “¿Y si no les gusta mi idea?”, “¿Y si me quedo en blanco?”, “¿Y si derramo café sobre la presentación?” Cuando llegó el día, la reunión salió perfecta, sin ninguna de las catástrofes que había imaginado.
Al salir, un colega se acercó y le dijo: “¡Hiciste un gran trabajo, Alicia! ¿Por qué parecías tan nerviosa?” Eso hizo que Alicia reflexionara. ¿Por qué estaba tan ansiosa por cosas que nunca pasaron? Se dio cuenta de que la mayoría de sus preocupaciones eran como fantasmas: parecían reales, pero no tenían sustancia.
¿Por qué nos pasa esto?
La mente humana está diseñada para resolver problemas, pero a veces funciona demasiado bien. Evolutivamente, preocuparnos nos ayudó a anticipar peligros y sobrevivir. Sin embargo, en nuestra vida moderna, los tigres que cazábamos han sido reemplazados por correos electrónicos sin responder y reuniones de trabajo. Nuestra mente no siempre sabe diferenciar entre un peligro real y uno imaginado.
Tres consejos prácticos para dejar de preocuparte por fantasmas mentales:
- Pon tus preocupaciones a prueba: Cuando algo te preocupe, pregúntate:
- “¿Qué evidencia tengo de que esto va a pasar?”
- “¿Qué probabilidad real hay de que suceda?”
- Escribe tus preocupaciones y analiza cuántas se vuelven realidad. Te sorprenderás al ver lo infrecuente que es.
- Enfócate en lo que puedes controlar: Alicia aprendió que no podía controlar si alguien no estaba de acuerdo con su presentación, pero sí podía preparar sus puntos clave. Divide tus preocupaciones en dos listas: las cosas que puedes controlar y las que no. Luego, actúa solo en la primera lista.
- Practica mindfulness: La preocupación es como una película proyectada en tu mente. Mindfulness te ayuda a apagar el proyector. Dedica 5 minutos al día a respirar profundamente y enfocarte en el momento presente. Es un antídoto poderoso para los pensamientos obsesivos.
Reflexión final:
Al pasar de los días, Alicia comenzó a aplicar estos consejos. Descubrió que gran parte de sus preocupaciones eran solo una pérdida de tiempo y energía. Se convirtió en una persona más tranquila y empezó a disfrutar más el presente. Como ella misma dijo en una reunión con amigos: “Preocuparse por lo que no ha pasado es como cargar una maleta llena de piedras en un viaje donde nunca las usarás.”
Frase inspiradora: “El 90% de las cosas que temes nunca sucederán. No desperdicies el presente en fantasmas que nunca serán reales.”
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