Andrea era madre de dos niños pequeños, Sofía y Leo. Aunque los adoraba, había días en que las rabietas de sus hijos ponían a prueba su paciencia como nunca antes. Una tarde, mientras intentaba hacer las compras en el supermercado, Leo se tiró al suelo gritando porque no podía llevarse una caja de cereales con dibujos animados. Andrea sintió cómo se encendía la chispa de la frustración y, por un momento, estuvo a punto de explotar. Pero, en lugar de eso, respiró profundamente y recordó algo que había leído recientemente sobre las rabietas.
Las rabietas son como tormentas emocionales para los niños pequeños. Ellos no tienen las herramientas necesarias para expresar lo que sienten, y los adultos podemos ser sus guías para enseñarles a manejar estas emociones. Andrea decidió que ese día sería diferente.
Primero, se agachó para estar al nivel de los ojos de Leo y, con calma, le dijo: «Sé que estás muy enojado porque querías los cereales. Es difícil cuando no conseguimos lo que queremos, ¿verdad?». Su hijo, entre lágrimas, asintió. Andrea lo tomó suavemente de la mano y lo invitó a respirar juntos. Poco a poco, el llanto se calmó. Salieron del supermercado sin los cereales, pero con una lección poderosa sobre cómo manejar las emociones.
Consejos prácticos para manejar las rabietas sin perder la paciencia:
- Empatiza y valida los sentimientos de tu hijo
Los niños necesitan sentirse escuchados y comprendidos. Expresar frases como «Entiendo que estás enojado» puede ayudar a desactivar la rabieta. Esto no significa ceder a sus demandas, sino conectar con su emoción. - Mantén la calma y regula tu propia emoción
Los niños absorben la energía emocional de los adultos. Si tú pierdes la paciencia, ellos se sentirán más alterados. Tómate unos segundos para respirar profundamente y responder con calma. - Ofrece opciones y distracciones
En lugar de enfocarte en lo que no pueden tener, redirige su atención hacia algo positivo. Por ejemplo, «Hoy no podemos llevar esos cereales, pero podemos elegir juntos una fruta que te guste».
Reflexión final:
Las rabietas son una oportunidad para enseñar a los niños a manejar sus emociones y para nosotros, los adultos, de practicar la paciencia y la empatía. Como Andrea descubrió, una reacción calmada y amorosa puede transformar un momento caótico en una experiencia de aprendizaje. Recuerda siempre que «la paciencia no es la capacidad de esperar, sino de mantener una buena actitud mientras esperas». ¡Compártelo y ayúdame a inspirar a otros! 🌟



