Pedro tenía una habilidad única: podía convertir una simple llamada de trabajo en una película de suspenso. No era actor, no escribía guiones, pero su mente… su mente era una obra maestra del drama.
Una mañana, su jefe le escribió un escueto mensaje: “¿Podemos hablar 5 minutos?”. Para cualquiera, una consulta normal. Para Pedro, una sentencia de muerte emocional. En su mente, ya lo habían despedido, demandado y hasta exiliado del grupo de WhatsApp de la oficina.
¿Te suena? Porque todos, en algún momento, somos un poquito Pedro.
La mente humana, maravillosa como es, tiene un pequeño defecto de fábrica: le encanta complicar lo simple. ¿Por qué? Porque está programada para sobrevivir, no para relajarse. Su misión es identificar amenazas, anticiparse, calcular… incluso cuando no hay ningún león acechando en la sabana, sino solo una reunión por Zoom.
Ejemplo cotidiano: Le escribes a alguien y no responde. En lugar de pensar “está ocupado”, tu cerebro activa la alerta roja: “Me odia”, “Dije algo mal”, “Seguro lo asusté con el meme que mandé”.
¿La solución? Reprogramar el drama.
3 Consejos para calmar a tu mente dramática:
- Etiqueta el pensamiento: Cuando aparezca un pensamiento catastrófico, ponle nombre. “Ah, mira, ahí viene la telenovela mental”. Nombrarlo lo desactiva.
- Desactiva el modo adivino: Recuerda que pensar no es lo mismo que saber. Antes de dar por hecho algo negativo, pregúntate: “¿Tengo pruebas sólidas o estoy imaginando el guion de una serie que no existe?”.
- Pausa → Respira → Responde: El drama vive en la reacción automática. Cuando sientas que tu mente corre, frena. Respira. Decide desde la calma, no desde el caos.
Pedro, un día, se atrevió a preguntarle a su jefe por qué lo llamaba tan seguido con esa frase. El jefe respondió con una sonrisa: “Porque me gusta tu enfoque para resolver cosas”. Pedro se dio cuenta de que su cerebro le había vendido una película entera… sin tener siquiera tráiler.
Y tú, ¿cuántas historias te estás contando que no son verdad?
✨ “A veces, lo que más necesitas no es una solución… sino dejar de complicarlo todo.”
Si esto te hizo reír, reflexionar o respirar más profundo, compártelo. Alguien más necesita saber que su cerebro no es el único drama queen del barrio.



