Imagina por un segundo que tus pensamientos decidieran abrir una cuenta de TikTok sin pedirte permiso. Te levantas en la mañana, entras al baño, y mientras luchas por encontrar sentido a tu cara sin café, tu pensamiento más ansioso ya subió un video con el audio: “¿Y si hoy es el día que todo sale mal?”, acompañado de un filtro dramático y la etiqueta #DespiertaPeroEnPánico.
¡Boom! 10 mil vistas en 30 segundos. Y tú, apenas intentando recordar si hoy es martes o si soñaste que eras empleado del Oxxo.
El algoritmo mental: caos puro
Tus pensamientos no tienen filtro, no siguen normas de comunidad. Uno se lanza con un tutorial para cómo arruinar una conversación sencilla (“Empieza con: ‘Oye, ¿te pasa algo? Te ves diferente… pero feo’”), mientras otro hace un lipsync de tus inseguridades con fondo de Shakira: “Tú no vales naaaada”. Pero con voz de ardilla.
Ah, pero el pensamiento que se cree motivador te hace videos corriendo a las 5AM con frases tipo “¡Despierta, campeón!”… cuando tú apenas estás despertando de una pesadilla en la que perdiste un examen… del kinder.
Influencers del autosabotaje
Hay uno que se cree influencer profesional: se sienta en una silla imaginaria, se pone unos lentes de pasta y dice cosas como: “Recuerda, si no eres perfecto, no eres digno de amor”. Y tú ahí, viendo el video viral con cara de “¿Me estás juzgando mientras como galletas en pijama a las 2pm?”
Afortunadamente, también está ese pensamiento sabio, que aparece poco, pero cuando lo hace sube contenido valioso, tipo: “No todo está bajo tu control, y eso no significa que estés fallando, solo que eres humano”.
Ese nunca tiene muchas vistas… pero deberías ponerlo en favoritos.
La solución: curar tu feed mental
Tú puedes hacer algo: empieza a reportar los pensamientos tóxicos, bloquear los comentarios que suenan a tu tía criticona interna, y dale follow a ideas que te hablen con cariño, con humor, y con realidad.
Imagínate que en vez de “¡Todo va a salir mal!”, subes un pensamiento con esta frase: “Hoy puede que no sea perfecto, pero sí puede ser valioso”. Agregas un fondo de perrito durmiendo y listo, ¡viral!
Final con sabiduría (y risa)
No puedes evitar que tus pensamientos existan, pero sí puedes decidir a cuáles darles el micrófono. Así que la próxima vez que tu cabeza te quiera subir un TikTok de “soy un fracaso”, contéstale con un video tuyo bailando con la leyenda: “Sí, pero soy mi propio fracaso, y se baila sabroso”.
Y recuerda: si vas a escuchar voces internas, al menos que tengan buen ritmo.



