“¿Por qué nos cuesta tanto dejar ir lo que nos hace daño?”

3–4 minutos

Cuando lo que más duele es soltar: la historia de Mariana

A Mariana siempre le costó dejar ir. No era solo aferrarse a objetos o a rutinas; era algo más profundo. A sus 34 años, seguía volviendo a los mismos recuerdos, los mismos errores, los mismos vínculos que una parte de ella sabía que le hacían daño. Era como tener una espina en el corazón… pero no querer quitársela por miedo a quedarse vacía.

Trabajaba como diseñadora gráfica freelance. Desde fuera, su vida parecía tranquila: su departamento estaba decorado con gusto, tenía amigos con los que reía a carcajadas y proyectos que le daban cierta satisfacción. Pero por dentro, cada noche era una batalla. Al cerrar los ojos, regresaban imágenes de una relación que había terminado hacía ya dos años. Un amor que la había hecho sentir viva, pero también profundamente insegura.

El conflicto: soltar sin saber quién se es sin eso

Mariana no entendía por qué no podía avanzar. “Ya pasó. Él no era para mí”, se decía, pero su mente la traicionaba con una foto antigua, un olor que se colaba por la ventana, o una canción que sonaba en el supermercado. Lo peor no era extrañarlo; lo peor era el juicio constante: “No debería seguir sintiéndome así”. Ese pensamiento la hundía aún más.

Un día, tras un ataque de llanto que la sorprendió en medio de una reunión virtual, decidió buscar ayuda. Fue en terapia donde se encontró por primera vez con una frase que la sacudió: “No sufres por lo que pasó, sino por lo que te estás diciendo sobre eso que pasó”. Era la primera vez que alguien le mostraba que sus emociones no eran el enemigo, sino señales de algo más profundo: sus creencias.

El proceso de transformación: del catastrofismo a la aceptación

La terapeuta le enseñó sobre el modelo ABC de la Terapia Racional Emotiva Conductual. Entendió que el “A” (acontecimiento activador) —haber terminado una relación— no causaba su dolor directamente. Era el “B” —sus creencias— las que le hacían sufrir: “No puedo estar sola”, “Nunca volveré a sentir algo así”, “Fallé”. Y esas creencias la llevaban al “C”: ansiedad, tristeza, bloqueo.

Pero también aprendió algo crucial: esas ideas podían debatirse. ¿Realmente estar sola significa que soy menos valiosa? ¿Es cierto que no volveré a sentir amor? ¿Dónde está escrito que tengo que tenerlo todo resuelto ya?

La primera vez que se permitió pensar: “No me gusta esto, pero puedo soportarlo”, sintió algo nuevo: alivio. No alegría, no entusiasmo, pero sí un respiro. Y eso ya era muchísimo.

El clímax: mirar el miedo a los ojos

El momento más difícil llegó una tarde cualquiera. Mariana encontró una carta que nunca había enviado. Durante segundos, sintió esa punzada familiar de nostalgia y quiso volver a leerla. Pero esta vez, se detuvo. Cerró los ojos, respiró profundo y se preguntó: “¿Qué me diría mi yo de hoy?”

Y su respuesta fue clara: “Te mereces paz, no castigo”.

Con manos temblorosas, rompió la carta. No como un acto de olvido, sino como un ritual de dignidad. Por primera vez no estaba actuando desde el dolor, sino desde el amor propio.

Desenlace: un espacio interno más libre

No fue mágico. No se despertó al día siguiente amando su soledad o sin pensar en él nunca más. Pero algo había cambiado. Ya no se juzgaba por sentir, ni se aferraba al pasado como única prueba de su valor. Aprendió a diferenciar entre echar de menos y querer volver.

Poco a poco, comenzó a construir una nueva narrativa: una donde su bienestar no dependía de retener lo perdido, sino de darse permiso para avanzar.


Reflexión final: dejar ir también es un acto de amor

Mariana entendió algo que muchos evitamos mirar de frente: soltar no duele porque perdemos algo, duele porque creemos que sin eso no somos nadie. Pero cuando cuestionamos esas creencias irracionales, nos damos cuenta de que no estamos hechos de vínculos rotos ni de errores pasados. Estamos hechos de decisiones, y una de ellas —quizá la más valiente— es elegir seguir adelante.

Porque dejar ir no significa olvidar. Significa elegirnos.



Trastornos mentales de Los Simpson: 10 personajes y sus “locuras” más conocidasTrastornos mentales de Los Simpson: 10 personajes y sus “locuras” más conocidas21 de septiembre de 2025Psicólogo Juan José Hernández Lira

aceptación incondicional Agresividad Albert Ellis Ansiedad autoaceptación autoestima autoexigencia baja tolerancia a la frustración bienestar bienestar emocional Cambiar cambio emocional comunicación control emocional crecimiento personal creencias irracionales Depresión diálogo interno emociones emociones intensas emociones negativas enojo Estrés fff Insomnio Manejo de conductas Manejo de emociones Metas Motivación Pareja pensamiento irracional pensamientos irracionales perfeccionismo Recursos Resiliencia Responsabilidad emocional Salud Mental SaludMental Terapia Terapia Cognitivo Conductual terapia racional emotiva Terapia Racional Emotiva conductual Tolerancia a la Frustración Trastornos TREC

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Descubre más desde Psicólogo en línea