¿Cómo tolerar a personas difíciles?

13–19 minutos

Introducción. A lo largo de la vida, todos nos encontraremos con personas difíciles[1]. Ya sea un colega complicado en el trabajo, un familiar conflictivo o incluso un desconocido malhumorado en la calle, estos individuos ponen a prueba nuestra paciencia y estabilidad emocional. Enfrentarlo no es fácil, pero es posible manejar la situación sin dañar nuestro bienestar emocional. Para lograrlo, conviene apoyarnos en estrategias de la psicología clínica –especialmente desde la perspectiva de la Terapia Racional Emotiva Conductual (TREC)– que combinan comprensión, cambio de pensamiento y técnicas prácticas. Te hablo de esto con empatía, como lo haría un buen amigo: ¡no estás solo en lidiar con gente difícil, y sí hay formas saludables de sobrellevarlo! 🙂

¿Por qué hay personas difíciles? 🤔

No es que algunas personas nazcan “difíciles” porque sí; generalmente, lo que las hace difíciles son ciertos comportamientos o actitudes que afectan negativamente a quienes las rodean[2]. Por ejemplo, pueden mostrar patrones de conducta problemáticos como manipulación emocional, comunicación pasivo-agresiva, crítica constante o actitudes narcisistas[3]. Este tipo de comportamientos desafía nuestra tranquilidad y sentido de autoestima, generándonos frustración y agotamiento emocional.

¿Pero qué lleva a alguien a comportarse así? Desde la psicología, se entiende que a menudo estas conductas son reflejo de sus propios conflictos internos no resueltos[4]. De acuerdo con la teoría de Carl Jung, esos rasgos “difíciles” pueden ser manifestaciones de la sombra de la persona –partes de su personalidad que no reconoce o acepta– proyectadas hacia los demás[5]. En otras palabras, muchas personas complicadas cargan con inseguridades, miedos o estrés que se traducen en comportamientos tóxicos. Por ejemplo, un compañero de trabajo muy crítico quizá esté lidiando con su propia insatisfacción o baja autoestima, y un familiar controlador tal vez aprendió ese patrón en su entorno.

También hay factores situacionales: una persona puede volverse difícil cuando atraviesa enfermedad, mucho estrés o conflictos en su vida[6]. Incluso choques de personalidad (simplemente no congeniamos con alguien) pueden hacer que cierto individuo nos resulte especialmente difícil[6]. Importante: no siempre lo hacen con mala intención. De hecho, una “persona difícil” no necesariamente busca aprovecharse de ti o hacerte daño personalmente; a veces su actitud es más una expresión de su propio malestar que un ataque dirigido[7]. Entender esto nos ayuda a no demonizar a la persona, sino a ver que detrás de su comportamiento puede haber causas subyacentes (aunque eso no justifica sus malos modos).

¿Qué debemos saber sobre las personas difíciles? 🧐

Primero, que no eres el único que lidia con alguien así. Es algo bastante común y nuestro cerebro incluso tiene reacciones automáticas cuando enfrentamos a estas personas. Por ejemplo, al interactuar con alguien conflictivo, se activa la amígdala en nuestro cerebro –la región que procesa el miedo y las emociones intensas– desencadenando instintivamente respuestas de lucha, huida o congelamiento[8]. ¿Te suena familiar? Tal vez frente a sus críticas sientes ganas de defenderte y discutir (lucha), o prefieres evitar a esa persona (huida), o te quedas bloqueado sin saber qué decir (congelamiento)[9]. Estas reacciones son naturales (son mecanismos de supervivencia ancestrales), pero en contextos sociales modernos muchas veces no son efectivas y hasta pueden empeorar las cosas[10]. Saber esto te permite perdonarte por sentirte alterado –¡es una respuesta biológica normal!– y a la vez trabajar en regular esas emociones para responder de forma más serena.

Otro punto clave: lo difícil que es alguien no tiene tanto que ver contigo, sino con ellos mismos. Tendemos a tomarnos sus desplantes o desplantes como algo personal (“¿por qué me hace esto a ?”), pero a menudo el comportamiento de una persona complicada no se trata de ti en absoluto. Piensa que si esa persona muestra el mismo patrón negativo con varios (no solo contigo), entonces poco control tienes tú sobre su forma de ser, y culparte solo te añade una carga innecesaria[11]. La ciencia de la TREC nos recuerda que no son los actos de la persona difícil en sí lo que nos hiere, sino cómo los interpretamos nosotros[12]. Si asumimos “lo hace porque me odia” o “esto significa que soy un tonto”, nos sentiremos peor; en cambio, si comprendemos que esa es su manera de actuar con cualquiera y que dice más de sus problemas que de nosotros, duele menos.

También conviene saber que hasta la persona más complicada tiene lados buenos (aunque cueste verlos cuando estamos enfadados). Practicar cierta objetividad nos ayuda: cada individuo tiene virtudes y defectos, y así como reconocemos sus comportamientos negativos, es saludable admitir que no todo en ellos es malo. De hecho, valorar las cosas positivas que sí tiene (por pequeñas que sean) nos puede dar una perspectiva más equilibrada y quitarnos algo de angustia[13]. Por supuesto, esto no significa justificar ni minimizar sus errores; se trata de no enfocarnos solo en lo malo, para que nuestra mente no entre en un ciclo de rencor constante.

¿Las personas difíciles pueden cambiar? 🔄

Esta es una gran pregunta. La respuesta breve es sí, las personas difíciles pueden cambiar, pero el cambio depende principalmente de ellas mismas. Hay casos donde se han visto cambios de conducta espectaculares, incluso en el empleado más testarudo o el familiar más intransigente[14]. La psicología nos enseña que la personalidad no es una cárcel inamovible: con motivación, autoconciencia y a veces ayuda profesional, la gente puede aprender a comportarse de maneras más saludables. Por ejemplo, alguien muy negativo podría volverse más flexible tras una buena terapia, o un jefe autoritario podría moderarse si comprende cómo afecta a su equipo.

Ahora bien, también es cierto que no es fácil lograr que alguien cambie, sobre todo si esa persona no ve problema en su conducta. Muchas veces, lo que limita el deseo de cambio en una persona difícil es simplemente cómo se aborda el problema[14]. Si la enfrentamos con gritos o reproches, es probable que se ponga a la defensiva y no cambie nada. En cambio, abordarla con respeto, empatía y límites claros puede abrir una puerta a que reflexione. Por ejemplo, imaginemos un compañero que siempre llega tarde: podrías regañarlo continuamente y amenazarlo con sanciones, pero tal vez logres más explicándole por qué su impuntualidad afecta al equipo y a él mismo (quizá limitando sus oportunidades de progreso)[15]. Eso sí, ten en cuenta que tú no puedes “arreglar” o “rescatar” a una persona difícil. El cambio tiene que nacer de ella. Tú puedes influir en cierto grado –con buena comunicación, poniendo ejemplos, animándole a buscar ayuda–, pero no está garantizado que cambie. Y aquí viene la siguiente cuestión…

¿Debemos esperar a que la persona difícil cambie para sentirnos mejor? ⏳

No. Quedarnos de brazos cruzados esperando el día en que esa persona mágicamente sea distinta solo prolongará nuestro malestar. De hecho, podrías esperar sentado eternamente, porque no conseguimos cambiar a otros fácilmente y menos si ellos no quieren[13]. Tu bienestar no puede depender de otra persona, por muy difícil que esta sea. La buena noticia es que no necesitas que el otro cambie para empezar a sentirte mejor tú. Aquí es donde la Terapia Racional Emotiva Conductual (TREC) nos da una lección valiosa: lo que nos hace daño no es lo que el otro hace, sino lo que nos decimos a nosotros mismos al respecto[12]. En lugar de pensar «no voy a estar bien hasta que Fulano deje de ser así«, la TREC propone trabajar en cambiar nuestras propias creencias irracionales sobre la situación.

Por ejemplo, es tentador creer «Mi cuñado debería tratarme con más respeto, ¡no soporto su actitud!«. Pero esa palabra “debería” es una trampa mental: estamos exigiendo que la realidad sea diferente a como es, y nos enfadamos cuando no se cumple[16]. Albert Ellis (el padre de la TREC) enseñaba a reemplazar esos demandas imposibles por preferencias racionales. Algo así como pasar de «Tiene que cambiar ya, si no, esto es terrible» a «Me encantaría que cambiara, pero sé que quizás no lo haga y, aunque su conducta es muy molesta, puedo soportarla y manejar la situación«[17]. ¿Ves la diferencia? En la segunda frase nos quitamos la desesperanza de encima: reconocemos que no nos gusta cómo es esa persona, pero también nos recordamos que podemos vivir nuestra vida a pesar de ello. No es resignación pasiva, sino aceptación activa: aceptar que por ahora el otro es así, y decidir que aun así vamos a estar lo mejor posible nosotros.

En resumen, no esperes a que el difícil cambie para tú estar bien. Empieza a aplicar cambios tú: en tu manera de pensar, en cómo te relacionas con esa persona y en cuidar tus emociones. Si algún día la persona mejora su actitud, ¡genial! Pero si no, tú habrás aprendido a mantener tu paz mental independientemente de lo que haga el otro.

Técnicas para tolerar a personas difíciles 🛠️

Afortunadamente, podemos aprender a lidiar con personas difíciles de forma más llevadera. Aquí te comparto algunas técnicas prácticas respaldadas por la psicología (incluyendo principios de la TREC) que te ayudarán en distintos contextos –ya sea en el trabajo, en familia o en la calle– para que esas interacciones no arruinen tu día. ¡Pruébalas y adapta las que mejor te funcionen!

  • Mantén la calma y haz una pausa antes de reaccionar: Cuando esa persona diga o haga algo irritante, no respondas de inmediato. Tómate unos segundos para respirar profundamente y pensar. Con solo adquirir el hábito de esperar cinco segundos antes de hablar en medio de un conflicto, puedes evitar agravarlo[18]. Verás que esa breve pausa te ayuda a responder con la cabeza más fría en lugar de dejarte llevar por la ira del momento.
  • No lo tomes como algo personal: Este punto no se puede repetir lo suficiente. Si te insultan o te tratan mal, duele, claro… pero trata de recordar que, por lo general, el problema está en la otra persona, no en ti. No cargues con culpas que no te corresponden. Por ejemplo, si tu compañero difícil está de malhumor con todo el mundo, su actitud refleja sus propios problemas y no que tú hayas hecho algo mal. No vale la pena torturarte pensando “¿qué habré hecho yo?” cuando es su forma de ser con todos. En palabras de los expertos, cuando alguien muestra patrones consistentes de comportamiento disfuncional con diferentes personas, tenemos un control muy limitado sobre ese comportamiento, y culparnos solo añade angustia innecesaria[11]. Así que, protege tu autoestima: mantén la certeza de que el valor que tienes no depende de la opinión ni el trato de esa persona difícil.
  • Comunícate con asertividad y establece límites claros: Aprender a decir “hasta aquí” de forma respetuosa pero firme es fundamental. Poner límites significa hacerle saber al otro qué conductas no estás dispuesto a tolerar. ¿Cómo hacerlo? Con comunicación asertiva: expresa lo que sientes o necesitas sin agredir ni humillarte. Por ejemplo, puedes decir “No me siento cómodo con ese tono” o “Entiendo tu punto, pero te pido que no me hables de esa forma”. Fijarnos en los patrones de conducta problemáticos y anticipar nuestra respuesta ayuda a no ser tomados por sorpresa[19]. Cuando hagas valer tus límites, habla calmadamente pero seguro, mantén contacto visual y un tono firme. Establecer límites no te hace mala persona ni egoísta –es un acto de autocuidado necesario para preservar tu bienestar[20]. Verás que muchas personas difíciles, ante límites bien comunicados, moderan su comportamiento (¡y si no lo hacen, al menos tú tendrás la tranquilidad de haber defendido tu espacio!).
  • Practica la empatía (sin justificar sus actos): Aunque cueste, intentar ponerse en el lugar del otro por un momento puede marcar la diferencia en cómo manejas la situación. Pregúntate: ¿Está pasando por algo que lo hace actuar así? Tal vez esa persona difícil tiene problemas en casa, o arrastra inseguridades profundas. Si logras entender de dónde viene su comportamiento (que quizás no duerme bien, está bajo presión, aprendió malos hábitos de comunicación, etc.), podrás tomártelo menos a pecho. Ojo: ser empático no significa aguantar abusos ni excusar sus faltas, sino comprender el por qué detrás de ellas para poder responder de forma más efectiva. Recuerda: las personas complicadas no siempre buscan fastidiarte deliberadamente; a veces ni siquiera son conscientes del efecto que causan. Su dificultad suele reflejar sus propios problemas, como estrés o conflictos personales, más que algo que tú hayas hecho[6][7]. Tener esto presente te ayudará a dialogar con menos resentimiento (“No está atacándome a mí como persona, simplemente él/ella es así con todos”) y, si es alguien cercano, quizá hasta te permita ofrecerle ayuda o apoyo en un momento dado.
  • Ajusta tus expectativas y pensamientos irracionales: Una estrategia central de la TREC es revisar qué nos estamos diciendo internamente cuando lidiamos con alguien difícil. ¿Te repites ideas como “No debería ser así”, “¡Es intolerable!”, “Me arruina la vida con su actitud”? Estas frases, aunque naturales, en el fondo son creencias irracionales que alimentan tu enojo. Nadie es perfecto, y ciertamente el mundo no gira en torno a nuestras expectativas[21]. Si esperamos que todas las personas se comporten “como deberían”, vamos a frustrarnos muy seguido[16]. Practica la tolerancia a la frustración: acepta que a veces las cosas (y la gente) no serán como a ti te gustaría, y aun así podrás manejarlas[22]. Cada vez que pienses «¡Esto es horrible, no lo soporto!«, detéctalo y cámbialo por un pensamiento más racional: «Esto es muy incómodo y desagradable, pero por supuesto que puedo soportarlo«[23]. Repetirnos este tipo de mensaje realista reduce el sentimiento de catástrofe y nos hace sentir más fuertes emocionalmente. Al final, se trata de darte cuenta de que sí eres capaz de enfrentar la incomodidad** que esa persona genera, en vez de convencerte de que es imposible.
  • Mantén la calma y no entres en su juego: Las personas difíciles a veces parecen querer arrastrarnos a su torbellino emocional. Si notas que alguien busca provocarte (por ejemplo, elevando la voz, haciendo comentarios hirientes a propósito), no le des el gusto de verte perder el control. Puedes entrenarte para hablar en tono tranquilo incluso bajo presión, o para no responder inmediatamente a un ataque verbal. Si la conversación se pone muy tensa, tómate un descanso: di que necesitan hablar más tarde cuando ambos estén más tranquilos. Tu capacidad de guardar la compostura puede desarmar a la otra persona. Como se aconseja en manejo de conflictos, procura “no echar más leña al fuego”. Si tú no subes el volumen ni caes en insultos, la interacción difícil tiene menos posibilidades de escalar. Piensa que ser la persona sensata de la conversación es un poder en sí: estás controlando lo único que realmente puedes controlar, tus propias acciones, y eso muchas veces basta para que la situación no pase a mayores.
  • Utiliza el sentido del humor y la perspectiva: El humor es un gran antídoto para la tensión, cuando se usa con tacto. A veces, hacer un comentario ligero o una broma suave puede aflojar el ambiente en una discusión tensa (¡solo si procede, claro está!). Pero aunque la situación no dé para chistes en voz alta, puedes usar el humor de puertas para adentro: después de un mal rato, cuéntale lo ocurrido a un amigo de forma cómica, o imagina a tu persona difícil como un personaje de caricatura por un momento. Reírte (aunque sea a solas) de lo absurdo de algunas actitudes facilita tomar distancia emocional y te permite ser más objetivo[24]. El humor nos ayuda a no tomarnos demasiado en serio los eventos desagradables y a no dramatizar en exceso[24]. Eso sí, evita el sarcasmo hiriente frente a la persona, ya que puede empeorar las cosas; reserva el humor para aliviar tu propio estrés y cambiar tu estado de ánimo. ¡Una sonrisa (aunque sea interna) puede restarle poder a esa persona sobre ti! 😅
  • Cuida de ti mismo y busca apoyo si lo necesitas: Lidiar a diario con alguien conflictivo cansa mentalmente, por lo que es crucial que recargues tus baterías emocionales. No es egoísmo, es supervivencia emocional. Asegúrate de tener espacios seguros donde puedas desahogarte o simplemente relajarte lejos de esa influencia negativa. Practica actividades que te gusten y te den paz (ejercicio, meditación, hobbies) para contrarrestar el mal rato. Rodéate de personas que sí te aporten positividad y te recuerden que no todo el mundo es así. Si la situación con la persona difícil es muy intensa (por ejemplo, un ambiente laboral tóxico o un familiar que mina tu salud mental), no dudes en buscar ayuda profesional. Un psicólogo puede darte herramientas personalizadas y un espacio objetivo para manejar la situación sin quedarte atrapado en ella[25]. A veces, conversar con un terapeuta o incluso con un amigo de confianza te da una perspectiva fresca y te recuerda que mereces respeto y tranquilidad en tus relaciones[26]. Al final del día, priorizar tu bienestar no solo te beneficia a ti, sino que también mejora tus relaciones –cuidarte a ti mismo es una forma de cuidar tus vínculos, porque mientras mejor estés tú, mejor podrás relacionarte con los demás[26].

Conclusión. Convivir o interactuar con personas difíciles nunca será un paseo en el parque, pero tampoco tiene que ser una tortura. 🤍 Implementando estas estrategias podrás navegar esas relaciones con más serenidad, manteniendo tu dignidad y paz mental. Recuerda que no estás solo en esto: a muchos nos ha tocado un jefe, pariente o conocido complicado, y aprendiendo a manejarlo crecemos en resiliencia y inteligencia emocional. Lo importante es que tú estés bien, independientemente de cómo actúe la otra persona. ¡Mucho ánimo! Con empatía, límites claros y pensamientos más racionales, sí es posible tolerar (e incluso llevar mejor) a esas personas difíciles sin perder la calma en el intento. 🌱

Fuentes científicas y referencias:

  • Bazan, M. S. (2024). Personas difíciles y límites saludables: la clave para relaciones equilibradas. Psicología y Mente[2][5].
  • Barrow, C. (2023). Emprender un negocio para Dummies (ed. española). Platform 7×7[14][15].
  • Psicólogos MyS. (2022). 5 reglas para tratar con personas difíciles[18][11].
  • De Dios González, S. (2023). 7 enseñanzas de Albert Ellis. La Mente es Maravillosa[16][17].
  • Ellis, A. (s.f.). Principios de la Terapia Racional Emotiva Conductual (TREC)[12][13].
  • Nota: Todas las estrategias mencionadas están inspiradas en enfoques de la psicología clínica (TREC, manejo de conflictos, etc.) y respaldadas por las fuentes citadas. Si la situación que vives es muy compleja o te sobrepasa, busca ayuda profesional para recibir orientación personalizada. ¡Tu salud mental lo vale! 😊

[1] [2] [3] [4] [5] [8] [9] [10] [19] [20] [25] [26] Personas difíciles y límites saludables: clave para relaciones equilibradas

https://psicologiaymente.com/psicologia/personas-dificiles-y-limites-saludables

[6] [7] [14] [15] Emprender un negocio para Dummies (Spanish Edition)

[11] [18] 5 Reglas Para Tratar Con Personas Difíciles » Psicólogos MyS 2025

[12] [13] [16] [17] [21] [22] [23] 7 enseñanzas de Albert Ellis – La Mente es Maravillosa

https://lamenteesmaravillosa.com/7-ensenanzas-de-albert-ellis/

[24] Terapia Racional Emotiva Conductual (TREC): Técnicas (II) – Todo Empieza Antes


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