¿Tu Hijo Hizo un Desastre? La Técnica de Sobrecorrección en Acción

3–5 minutos

Si eres padre o madre, conoces la escena: entras a la sala y parece que un tornado localizado decidió aterrizar exclusivamente sobre los juguetes, la leche con chocolate o las paredes recién pintadas. Tu primera reacción visceral probablemente oscila entre el grito y la desesperación. Pero, ¿qué pasaría si te dijera que ese desastre no es solo un problema de limpieza, sino una oportunidad de oro para enseñar responsabilidad?

En el mundo de la modificación de conducta, existe una herramienta llamada Sobrecorrección. No es un castigo tradicional; es una estrategia educativa compuesta por dos ingredientes secretos: la restitución y la práctica positiva.

Olvida los sermones largos; vamos a arreglar las cosas.

1. No es un castigo, es una lección de vida

Lo primero que debemos entender es el cambio de mentalidad. La sobrecorrección se aleja del concepto de castigar por castigar y se acerca a la idea de que el error es una oportunidad de aprendizaje. A menudo, cuando un niño hace un desastre, nuestra tendencia es etiquetarlo globalmente («eres un desordenado», «eres tremendo»).

Sin embargo, la filosofía racional emotiva nos enseña que no se puede etiquetar legítimamente a una persona en su esencia como «buena» o «mala» basándonos en una conducta específica. Tu hijo no es un desastre; tu hijo hizo un desastre. Hay una diferencia abismal.

Etiquetar al niño es como culpar al coche porque se le pinchó una llanta; arregla la llanta, no insultes al vehículo.

«Se pueden valorar los rasgos o conductas concretas de una persona, pero eso no puede definir la totalidad de la persona.»

El análisis: Al separar la conducta de la identidad del niño, reducimos la culpa y la vergüenza, permitiendo que el niño se enfoque en la solución y no en defenderse de ser «malo».

2. Fase Uno: La Restitución (Dejarlo mejor que como estaba)

La primera mitad de la técnica es la Restitución. Esto va más allá de simplemente pedir perdón. Implica que el niño debe corregir los efectos de su mala conducta y restaurar el ambiente a su estado original (o incluso mejorarlo).

Si tu hijo tiró la leche a propósito, la restitución no es que tú la limpies mientras él está castigado en su cuarto. La restitución es que él busque el trapo y limpie la leche. Esto fomenta la responsabilidad emocional y conductual, enseñando que somos responsables de nuestras propias acciones. No se trata de sufrir, se trata de reparar.

Si rompes el silencio con un grito, la restitución sería decirlo de nuevo en un tono amable… y quizás añadir un cumplido.

El análisis: Esta fase enseña la relación causa-efecto de una manera tangible. Rompe la dependencia de que «mamá o papá lo arreglarán» y empodera al niño para solucionar sus propios errores.

3. Fase Dos: Práctica Positiva (Entrenar el cerebro)

Aquí es donde aseguramos el aprendizaje futuro. La Práctica Positiva consiste en repetir la conducta correcta varias veces inmediatamente después del comportamiento inadecuado.

Sabemos que para abandonar viejas creencias o hábitos y adherirse a nuevas conductas racionales, se necesita trabajar duro y repetir la acción hasta automatizarla. Si tu hijo entró corriendo y tiró el jarrón, después de limpiar (restitución), la práctica positiva sería salir y volver a entrar caminando tranquilamente… tres veces.

Es como ensayar una obra de teatro: si te equivocas en el ensayo, no bajas el telón; repites la escena hasta que sale perfecta.

El análisis: La repetición mecánica ayuda a crear una nueva memoria muscular y cognitiva sobre cómo debe realizarse la acción correctamente, haciendo que sea más probable que la próxima vez el cerebro elija el camino adecuado.

4. Juzgar el pecado, no al pecador

La clave para que la sobrecorrección funcione sin dañar la autoestima es la Aceptación Incondicional. Debes aceptar a tu hijo plenamente, con sus imperfecciones y virtudes, entendiendo que está en un proceso de cambio constante.

La técnica funciona porque ataca el problema, no a la persona. Se alinea con el principio de «juzgar el pecado, no al pecador». Al aplicar la sobrecorrección, mantienes la calma y la firmeza, sin caer en la condena global o la ira, enseñando que una conducta mala no lo convierte en una mala persona.

Amar incondicionalmente no significa aceptar el desastre en la sala, significa amar al niño mientras le enseñas a usar la escoba.

Para reflexionar

La próxima vez que te enfrentes al caos en casa, respira hondo y pregúntate: ¿Estoy a punto de castigar para desahogar mi frustración o estoy listo para usar este error como un entrenamiento de vida?

¿Qué pequeño «desastre» puedes transformar hoy en una sesión de práctica positiva?


Trastornos mentales de Los Simpson: 10 personajes y sus “locuras” más conocidasTrastornos mentales de Los Simpson: 10 personajes y sus “locuras” más conocidas21 de septiembre de 2025Psicólogo Juan José Hernández Lira

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