Según la terapia racional emotiva, una de las formas de mejorar la calidad de una relación de pareja es aprender a resolver los conflictos de manera efectiva y constructiva. Esta terapia, desarrollada por el psicólogo Albert Ellis, se basa en el principio de que nuestras emociones y comportamientos están determinados por nuestras creencias y pensamientos. Por lo tanto, si queremos cambiar cómo nos sentimos y cómo actuamos, debemos cambiar cómo pensamos.
Los conflictos en una relación de pareja son inevitables y naturales, pero no tienen por qué ser destructivos o dañinos. Al contrario, pueden ser una oportunidad para crecer, aprender y fortalecer el vínculo afectivo. Sin embargo, para que esto sea posible, es necesario que ambos miembros de la pareja sepan cómo comunicarse de forma asertiva, respetuosa y empática, y cómo negociar soluciones que satisfagan las necesidades e intereses de ambos.
La terapia racional emotiva nos ofrece algunas herramientas para lograr este objetivo. Algunas de ellas son:
– Identificar y cuestionar las creencias irracionales que nos impiden resolver los conflictos de forma racional. Por ejemplo, creer que nuestra pareja debe estar siempre de acuerdo con nosotros, que debemos evitar el conflicto a toda costa o que tenemos la razón absoluta.
– Reemplazar las creencias irracionales por otras más racionales y adaptativas. Por ejemplo, aceptar que nuestra pareja tiene derecho a tener opiniones diferentes a las nuestras, que el conflicto es una oportunidad para mejorar la relación o que podemos llegar a un acuerdo beneficioso para ambos.
– Expresar nuestros sentimientos, necesidades y deseos de forma clara, directa y honesta, sin agredir ni manipular a nuestra pareja. Por ejemplo, usar mensajes en primera persona («yo siento», «yo necesito», «yo quiero»), evitar las generalizaciones («siempre», «nunca») y los juicios de valor («eres un egoísta», «no te importo»).
– Escuchar activamente a nuestra pareja, tratando de comprender su punto de vista, sus sentimientos y sus necesidades, sin interrumpir ni criticar. Por ejemplo, hacer preguntas abiertas («¿qué te molesta?», «¿qué te gustaría?»), parafrasear lo que dice («si te entiendo bien…») y mostrar empatía («entiendo cómo te sientes»).
– Buscar soluciones creativas y consensuadas que resuelvan el problema y satisfagan a ambos. Por ejemplo, generar varias alternativas posibles («podríamos hacer esto o aquello»), evaluar los pros y los contras de cada una («esto nos beneficiaría en esto pero nos perjudicaría en aquello») y elegir la más adecuada («esta opción nos parece la mejor porque…»).
La resolución de conflictos en una relación de pareja no es algo fácil ni rápido, pero sí es posible y beneficioso. La terapia racional emotiva nos ayuda a desarrollar habilidades comunicativas y cognitivas que nos permiten enfrentar los desacuerdos de forma positiva y constructiva. Así, podemos mejorar nuestra relación de pareja y nuestro bienestar emocional.


