¿Te ha pasado que cuando estás nervioso o estresado te dan ganas de comer algo dulce o salado? ¿O que cuando estás triste o aburrido te refugias en la comida? Si la respuesta es sí, no eres el único. La ansiedad puede afectar tus hábitos alimenticios de muchas maneras, y no siempre para bien.
La ansiedad es una emoción normal que nos ayuda a enfrentar situaciones difíciles o peligrosas. Sin embargo, cuando se vuelve excesiva o crónica, puede interferir con nuestra salud física y mental. Una de las áreas que más se ve afectada por la ansiedad es la alimentación.
La ansiedad puede provocar que comamos más o menos de lo que necesitamos, que elijamos alimentos poco saludables o que tengamos problemas digestivos. Estos son algunos de los efectos que la ansiedad puede tener en nuestros hábitos alimenticios:
– Comer por emociones: Muchas veces usamos la comida como una forma de aliviar o evitar emociones negativas como el miedo, la tristeza, la culpa o la ira. Esto puede llevar a comer en exceso, a sentir culpa después de comer o a desarrollar trastornos alimentarios como la bulimia o el atracón.
– Comer por estrés: El estrés aumenta los niveles de cortisol, una hormona que estimula el apetito y favorece el almacenamiento de grasa. Además, el estrés nos hace más propensos a elegir alimentos ricos en azúcar, grasa o sal, que nos dan una sensación de placer y recompensa inmediata. Estos alimentos pueden aumentar el riesgo de obesidad, diabetes o enfermedades cardiovasculares.
– Comer por ansiedad: La ansiedad puede causar que sintamos un vacío en el estómago, que confundimos con hambre. También puede hacer que comamos más rápido, sin masticar bien o sin prestar atención a las señales de saciedad. Esto puede provocar indigestión, gases, acidez o hinchazón abdominal.
– No comer por ansiedad: Algunas personas pierden el apetito cuando están ansiosas, ya sea porque sienten náuseas, porque tienen miedo de engordar o porque no tienen tiempo para comer. Esto puede provocar desnutrición, pérdida de peso, debilidad o anemia.
Como ves, la ansiedad puede afectar tus hábitos alimenticios de forma negativa, lo que a su vez puede empeorar tu ansiedad. Por eso es importante que cuides tu alimentación y tu salud mental. Aquí te dejamos algunos consejos para lograrlo:
– Come de forma equilibrada y variada: Incluye en tu dieta alimentos de todos los grupos: frutas, verduras, cereales integrales, legumbres, frutos secos, lácteos, huevos, carnes y pescados. Evita los alimentos procesados, fritos, azucarados o con mucha sal.
– Come con regularidad: Respeta los horarios de las comidas y evita saltarte ninguna. Esto te ayudará a regular tu metabolismo y a evitar los picos de hambre y ansiedad. También puedes hacer pequeñas colaciones entre comidas si sientes hambre.
– Come con atención: Presta atención a lo que comes, a cómo lo comes y a cómo te sientes. Mastica bien los alimentos, saborea los sabores y disfruta del momento. Evita distracciones como la televisión, el celular o el ordenador. Escucha las señales de tu cuerpo y deja de comer cuando estés satisfecho.
– Come con calma: No comas con prisa ni bajo presión. Dedica al menos 20 minutos a cada comida y busca un lugar tranquilo y cómodo para hacerlo. Respira profundamente antes y después de comer y relaja tus músculos.
– Come con placer: No te prives de los alimentos que te gustan ni te castigues por comerlos. Permítete algún capricho de vez en cuando sin sentir culpa ni remordimiento. Recuerda que ningún alimento es bueno o malo por sí mismo, sino que depende de la cantidad y la frecuencia con que lo consumas.
– Busca ayuda profesional: Si cre


