Los conflictos familiares son inevitables y pueden afectar la convivencia y el bienestar de sus miembros. Sin embargo, existen algunas estrategias que pueden ayudar a mejorar la capacidad de resolución de conflictos en el ámbito familiar y a prevenir que estos se conviertan en problemas mayores. A continuación, se presentan algunos consejos para lograrlo:
– Escuchar activamente: se trata de prestar atención a lo que dice el otro, sin interrumpirlo ni juzgarlo, y mostrar interés y empatía por su punto de vista. Esto ayuda a crear un clima de confianza y respeto mutuo, y facilita el entendimiento y la búsqueda de soluciones.
– Expresar los sentimientos y necesidades: se refiere a comunicar de forma clara y asertiva lo que se siente y lo que se espera del otro, sin agredir ni culpar. Esto permite expresar las propias emociones y evitar malentendidos o resentimientos.
– Buscar puntos en común: se trata de identificar los aspectos en los que se coincide con el otro, y reconocer sus méritos y aportes. Esto ayuda a crear una actitud positiva y colaborativa, y a reducir la distancia y la hostilidad.
– Negociar y ceder: se refiere a buscar soluciones que satisfagan las necesidades e intereses de ambas partes, y a estar dispuesto a hacer concesiones o renuncias. Esto implica tener una mentalidad flexible y abierta, y valorar el bienestar común por encima del individual.
– Pedir ayuda si es necesario: se trata de recurrir a una persona externa, como un familiar, un amigo o un profesional, que pueda mediar o asesorar en el conflicto. Esto puede ser útil cuando el conflicto es muy complejo o cuando las partes no logran llegar a un acuerdo por sí mismas.


