Según la terapia racional emotiva conductual (TREC), una de las principales causas de insatisfacción y conflicto en las relaciones de pareja es la presencia de creencias irracionales sobre el amor, el sexo y la intimidad. Estas creencias pueden generar expectativas poco realistas, exigencias inflexibles y emociones negativas que interfieren con el disfrute y el mantenimiento de la pasión y el deseo.
La TREC propone que para tener una relación de pareja sana y satisfactoria, es necesario identificar y modificar estas creencias irracionales, y sustituirlas por otras más racionales, flexibles y adaptativas. Así, se puede lograr una mayor armonía, comunicación y comprensión entre los miembros de la pareja, y favorecer el desarrollo de una sexualidad plena y gratificante.
Algunas de las creencias irracionales más comunes que afectan a las relaciones de pareja son:
– Creer que el amor es algo mágico e incondicional, que no requiere esfuerzo ni compromiso.
– Creer que la pareja debe satisfacer todas nuestras necesidades y deseos, y que si no lo hace es porque no nos quiere o no nos valora.
– Creer que la pasión y el deseo son constantes e inalterables, y que si disminuyen o cambian es porque la relación está en crisis o ha dejado de funcionar.
– Creer que el sexo debe ser siempre espontáneo, perfecto y placentero, y que si no lo es es porque hay algún problema o defecto en nosotros o en nuestra pareja.
– Creer que la intimidad se basa solo en el contacto físico y sexual, y que no es necesario compartir otros aspectos emocionales, intelectuales o vitales con nuestra pareja.
Estas creencias pueden generar sentimientos de frustración, decepción, culpa, ansiedad o enfado cuando no se cumplen o se contradicen con la realidad. Además, pueden provocar conductas poco saludables como la dependencia emocional, el control, la exigencia, la crítica, la evitación o la infidelidad.
Para cambiar estas creencias irracionales por otras más racionales, la TREC propone seguir los siguientes pasos:
– Identificar las creencias irracionales que tenemos sobre el amor, el sexo y la intimidad, y cuestionar su validez y utilidad.
– Buscar evidencias que apoyen o contradigan estas creencias, tanto en nuestra propia experiencia como en la de otras personas o fuentes de información.
– Reformular estas creencias con un lenguaje más objetivo, flexible y positivo, que refleje mejor la realidad y nuestras preferencias personales.
– Practicar estas nuevas creencias en nuestro diálogo interno y en nuestra comunicación con nuestra pareja, reforzando los aspectos positivos y constructivos de la relación.
– Evaluar los efectos que tienen estas nuevas creencias en nuestras emociones y conductas, y ajustarlas si es necesario.
Algunos ejemplos de cómo reformular las creencias irracionales son:
– En lugar de pensar que el amor es algo mágico e incondicional, podemos pensar que el amor es algo que se construye día a día con esfuerzo, respeto y compromiso mutuo.
– En lugar de pensar que la pareja debe satisfacer todas nuestras necesidades y deseos, podemos pensar que la pareja es una persona con sus propios intereses y opiniones, que puede complementarnos pero no completarnos.
– En lugar de pensar que la pasión y el deseo son constantes e inalterables, podemos pensar que la pasión y el deseo son variables y dependen de muchos factores internos y externos, que podemos influir pero no controlar.
– En lugar de pensar que el sexo debe ser siempre espontáneo, perfecto y placentero, podemos pensar que el sexo es un aprendizaje continuo que requiere comunicación, creatividad y adaptación a las circunstancias y necesidades de cada momento.
– En lugar de pensar que la intimidad se basa solo en el contacto físico y sexual, podemos pensar que la intimidad se basa también en compartir otros aspectos emocionales, intelectuales o vitales con nuestra pareja.
Siguiendo estos pasos podemos lograr una mayor coherencia entre lo que pensamos, sentimos y hacemos en nuestra relación de pareja. Así podremos mantener viva la pasión y el deseo, sin dejar de lado otros aspectos importantes como el cariño, el respeto o el apoyo mutuo.


