La salud mental es un aspecto fundamental de nuestro bienestar, que se ve afectado por diversos factores internos y externos. Uno de los factores más relevantes es el estrés, que se define como la respuesta del organismo ante situaciones que percibe como amenazantes o desafiantes. El estrés puede tener efectos positivos o negativos en nuestra salud mental, dependiendo de cómo lo manejemos.
El estrés positivo o eustrés nos ayuda a adaptarnos a los cambios, a superar los obstáculos y a mejorar nuestro rendimiento. Sin embargo, cuando el estrés es excesivo o prolongado, se convierte en distrés, que puede provocar ansiedad, depresión, irritabilidad, insomnio, problemas de concentración y memoria, entre otros síntomas. El distrés afecta nuestra capacidad de afrontar las situaciones y de disfrutar de la vida.
Por eso, es importante aprender a manejar el estrés de forma adecuada, para evitar que se convierta en un problema de salud mental. Algunas estrategias que pueden ayudarnos son:
– Identificar las fuentes de estrés y tratar de reducirlas o eliminarlas.
– Establecer prioridades y organizar nuestro tiempo y nuestras tareas.
– Practicar hábitos saludables como una alimentación equilibrada, ejercicio físico regular y un descanso adecuado.
– Buscar apoyo social y emocional en nuestra familia, amigos o profesionales.
– Realizar actividades que nos gusten y nos relajen, como leer, escuchar música o meditar.
– Aceptar lo que no podemos cambiar y enfocarnos en lo que sí podemos controlar.
– Mantener una actitud positiva y optimista ante los problemas.
La relación entre la salud mental y el manejo del estrés es bidireccional: una buena salud mental nos permite manejar mejor el estrés, y un buen manejo del estrés nos permite mejorar nuestra salud mental. Por lo tanto, cuidar nuestra salud mental es una forma de prevenir y combatir el estrés, y viceversa.


