Según la terapia racional emotiva conductual (TREC), una de las principales fuentes de malestar en una relación de pareja son los conflictos de poder y control. Estos conflictos se producen cuando uno o ambos miembros de la pareja intentan imponer sus deseos, opiniones o creencias sobre el otro, sin respetar su autonomía, individualidad o libertad. La TREC propone que estos conflictos se originan en las creencias irracionales que cada persona tiene sobre sí misma, sobre el otro y sobre la relación. Algunas de estas creencias irracionales son:
– Creer que el otro debe satisfacer todas nuestras necesidades y expectativas.
– Creer que debemos ser perfectos y no cometer errores para ser queridos y aceptados.
– Creer que tenemos que controlar todo lo que ocurre en la relación y evitar cualquier cambio o incertidumbre.
– Creer que nuestra forma de ver las cosas es la única válida y correcta y que el otro debe pensar igual que nosotros.
Estas creencias irracionales generan emociones negativas como ansiedad, frustración, ira o celos, que a su vez provocan conductas destructivas como críticas, reproches, amenazas o chantajes. Estas conductas deterioran la confianza, el respeto y la comunicación en la pareja, creando un clima de tensión y hostilidad.
Para manejar los conflictos de poder y control en una relación de pareja, la TREC sugiere los siguientes consejos:
– Identificar y cuestionar las creencias irracionales que nos llevan a querer controlar o dominar al otro. Podemos preguntarnos: ¿Es cierto que el otro debe hacer lo que yo quiero? ¿Qué pasaría si no lo hace? ¿Qué evidencia tengo de que mi forma de ver las cosas es la única válida? ¿Qué beneficios me aporta controlar al otro? ¿Qué consecuencias negativas tiene para mí y para la relación?
– Reemplazar las creencias irracionales por otras más racionales y flexibles. Por ejemplo: El otro es una persona diferente a mí, con sus propios gustos, intereses y opiniones. No tengo que estar de acuerdo con todo lo que dice o hace, pero puedo respetarlo y aceptarlo. No necesito controlar todo lo que ocurre en la relación, puedo tolerar el cambio y la incertidumbre. No soy perfecto ni tengo que serlo, puedo cometer errores y aprender de ellos. El otro me quiere y me acepta tal como soy.
– Practicar la comunicación asertiva con el otro. Esto implica expresar nuestros sentimientos, deseos y necesidades de forma clara, directa y respetuosa, sin agredir ni someternos al otro. También implica escuchar activamente al otro, tratando de comprender su punto de vista y sus emociones, sin interrumpirlo ni juzgarlo. La comunicación asertiva favorece el entendimiento, el diálogo y la negociación en la pareja.
– Fomentar la confianza mutua en la relación. Esto significa dar y recibir apoyo, afecto y comprensión al otro, sin exigir ni manipular. También significa respetar el espacio y el tiempo del otro, sin invadirlo ni controlarlo. La confianza mutua se basa en la sinceridad, la lealtad y el compromiso con la relación.
– Buscar actividades compartidas que enriquezcan la relación. Esto implica dedicar tiempo y atención al otro, mostrando interés por sus cosas y compartiendo las nuestras. También implica buscar espacios de diversión, ocio y placer con el otro, disfrutando de su compañía y de lo que nos une. Las actividades compartidas fortalecen el vínculo afectivo y emocional en la pareja.


