La crianza con amor propio: Cómo enseñar a tus hijos a valorarse

2–3 minutos

Cuando Sonia tuvo a su primer hijo, Lucas, juró que le enseñaría a amarse a sí mismo. Sin embargo, con el tiempo se dio cuenta de que el ejemplo es más poderoso que las palabras. Sonia era su peor crítica, y esa falta de amor propio se reflejaba en cómo manejaba los errores y desafíos de Lucas. Todo cambió el día que Lucas, con tan solo 6 años, le dijo: “Mamá, si yo no me quiero, ¿cómo me va a querer alguien más?”. Ese pequeño comentario fue el punto de inflexión para Sonia.

Esa noche, Sonia reflexionó sobre lo que quería transmitir a Lucas y cómo podía enseñarle el valor del amor propio. Sabía que no sería un camino fácil, pero decidió que empezaría con ella misma, porque los niños no solo escuchan, sino que imitan.

Sonia aprendió 3 lecciones esenciales:

1. Sé el ejemplo que quieres que sigan tus hijos

Sonia comenzó a mostrarle a Lucas que estaba bien cometer errores. Por ejemplo, si olvidaba algo importante, en lugar de criticarse en voz alta, decía: “Esto pasa. Aprenderé a estar más atenta la próxima vez”. Lucas empezó a internalizar ese mensaje y a tratarse con más compasión cuando algo no le salía bien.

Consejo práctico: Habla en voz alta sobre tus pensamientos positivos hacia ti mismo. Frases como: “Hoy hice un gran esfuerzo” o “Estoy orgullosa de mí por intentar algo nuevo” enseñan a tus hijos cómo valorarse.


2. Crea un espacio seguro para las emociones

Un día, Lucas llegó del colegio y confesó que se sentía tonto porque no entendía un problema matemático. Sonia le respondió: “Sentirse así no significa que seas tonto. Todos tenemos cosas que nos cuestan, y eso está bien. Vamos a intentarlo juntos”. En ese momento, Lucas aprendió que sus emociones eran válidas y no lo definían.

Consejo práctico: Valida las emociones de tus hijos sin minimizar lo que sienten. Decirles: “Entiendo que te sientas así” abre un camino para el diálogo y refuerza su autoestima.


3. Fomenta logros internos, no solo externos

En una sociedad obsesionada con premios y logros visibles, Sonia decidió que quería enfocar sus elogios en el esfuerzo, no en los resultados. En lugar de decir: “¡Qué buena nota sacaste!”, le decía: “Estoy orgullosa de lo mucho que trabajaste para esto”. Lucas empezó a asociar su valor con su esfuerzo y dedicación, no con aprobaciones externas.

Consejo práctico: Reconoce el esfuerzo y la dedicación de tus hijos con frases como: “Vi lo mucho que trabajaste en esto, ¡bien hecho!” o “Tu paciencia realmente marcó la diferencia”.


Una frase inspiradora para compartir:

«Cuando te amas a ti mismo, enseñas a los demás a hacer lo mismo. La crianza con amor propio es el mayor regalo que puedes dar a tus hijos.»

Sonia aprendió que enseñar a su hijo a valorarse era un proceso continuo, lleno de desafíos, pero también de profundas recompensas. Hoy, Lucas crece sabiendo que el amor propio es su ancla en un mundo cambiante. ¿Qué mejor herencia podemos dejarles a nuestros hijos? 🌟


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