Había una vez una mujer llamada Laura, cuyo corazón parecía más bien una oficina de puertas abiertas: cualquiera entraba y salía cuando quería, dejando un caos emocional digno de una película dramática. Un día, tras una crisis especialmente épica causada por prestarle dinero (otra vez) a un exnovio que nunca devolvía lo que pedía, Laura decidió que era momento de instalar una puerta con cerradura en su corazón.
Laura no tenía muy claro cómo hacerlo, pero sabía que necesitaba establecer límites saludables en su vida amorosa si quería dejar de sentirse tan agotada emocionalmente. Decidió consultar con su amiga Sofía, una experta en poner límites y decir «no» con tanta elegancia que a nadie se le ocurría ofenderse.
Sofía le ofreció tres consejos prácticos que cambiaron la vida amorosa de Laura:
- Comunicación Clara: «No puedes esperar que los demás lean tu mente, Laura», dijo Sofía con una sonrisa. «Habla claramente sobre lo que quieres y lo que no.»
- El Arte del ‘No’: «Decir no es un acto de amor propio. Si alguien se ofende por tu honestidad, es su problema, no el tuyo.»
- Reconocer las señales: «Si sientes incomodidad o ansiedad al interactuar con alguien, quizás es momento de evaluar qué límite necesitas establecer.»
Con estas nuevas herramientas, Laura empezó a sentir que recuperaba el control sobre su vida emocional. Descubrió que, al poner límites saludables, no solo protegía su corazón, sino que también cultivaba relaciones más honestas y satisfactorias.
Así que recuerda, como Laura aprendió (a veces de forma un poco dramática):
«Poner límites claros es como cuidar un jardín emocional: permite que crezcan las flores y mantiene alejadas a las plagas.»



