Andrea había intentado todo tipo de estrategias para encontrar la pareja perfecta. Leyó libros, escuchó podcasts y hasta tomó cursos de relaciones, pero parecía que cada relación terminaba exactamente igual: ella sintiendo que no era suficiente y preguntándose qué estaba haciendo mal.
Un día, entre lágrimas y un chocolate caliente que se había convertido en su terapeuta de cabecera, decidió asistir a un taller que prometía una solución mágica: «La clave secreta para relaciones felices». Llegó expectante y salió con la lección más importante de su vida: la magia era el amor propio.
Al principio le pareció demasiado obvio, hasta cliché. Pero al observar sus relaciones anteriores, entendió que siempre había buscado fuera lo que debía construir dentro. Poco a poco empezó a cambiar pequeñas cosas en su rutina:
- Diálogo interno amable: Cada mañana, Andrea se hablaba con respeto y cariño, como lo haría con su mejor amiga.
- Tiempo para ella misma: Aprendió a valorar el tiempo a solas, a disfrutar sus hobbies y descubrir qué le apasionaba sin necesidad de compañía.
- Establecer límites claros: Descubrió el poder de decir «no» sin culpa, comprendiendo que cuidar su bienestar era tan importante como el de los demás.
Lo más curioso fue que, cuanto más se quería y respetaba, más saludable y enriquecedora se volvió su relación actual. Su pareja notó el cambio y también comenzó a tratarla con el respeto y admiración que ella misma cultivaba en su interior.
Hoy Andrea sabe que el amor propio no solo es la base de una relación exitosa, sino la clave para una vida plena y satisfactoria.
Y tú, ¿cuándo fue la última vez que te diste un abrazo a ti mismo?
Recuerda siempre esta frase inspiradora para compartir:
«El amor más duradero y auténtico es el que construyes contigo mismo. Ámate primero, y todo lo demás vendrá por añadidura.»



