Lucía siempre había sido una persona modesta, amable y dispuesta a apoyar a los demás. Celebraba con entusiasmo cada logro de sus amigos y familiares, pero cuando se trataba de ella misma, se convertía en una juez implacable. Una tarde lluviosa, mientras observaba una entrevista en televisión de su cantante favorito, escuchó algo que le cambiaría el chip para siempre. Él decía: «Si no crees en ti, ¿por qué esperar que otros lo hagan?». Eso la golpeó como un rayo emocional directo al corazón.
Así comenzó el viaje de Lucía hacia convertirse en su propia fan número uno. Al principio fue raro, incluso algo incómodo, pero poco a poco aprendió que celebrar sus propios logros y esfuerzos no era egoísta, sino una muestra saludable de amor propio.
Consejo número uno: Date un cumplido frente al espejo cada mañana. Al principio te sentirás extraño, como si estuvieras protagonizando una comedia romántica un poco cursi, pero créeme, después de unas semanas empezarás a notar la diferencia.
Consejo número dos: Escribe tus logros del día, incluso los más pequeños. ¿Terminaste un reporte aburrido sin dormirte? ¡Cuenta! ¿No quemaste las tostadas esta mañana? ¡Eso también vale! Reconocer tus pequeños éxitos diarios hará que te veas con ojos más amables.
Por último, rodearte de gente que celebre contigo tus logros es fundamental, pero también lo es aprender a disfrutar tu propia compañía. Date un tiempo semanal para hacer algo que te apasione sin compañía, aprende a disfrutar de tu propia presencia y así valorarás aún más lo que eres y lo que haces.
Lucía entendió que la admiración más importante es la que uno siente por sí mismo, que ser fan número uno de su vida no es arrogancia, es reconocimiento justo y necesario para seguir adelante con fuerza.
Y como Lucía solía decir después de descubrirlo: «Antes buscaba validación afuera; ahora aplaudo yo primero, y si alguien más quiere aplaudir conmigo, ¡bienvenido sea!».
Comparte esta frase e inspírate: «Ser tu propio fan no es arrogancia, es autoestima en acción».



