Marta tenía 42 años, una carrera sólida y una familia que la quería. Desde afuera, todo parecía estar en su lugar. Pero dentro de su mente, vivía alguien que no la dejaba en paz: su crítico interno. Ese personaje invisible que le susurraba al oído cada vez que cometía un error, que le recordaba sus fracasos pasados y que le decía, una y otra vez: “No eres suficiente.”
Una mañana cualquiera, Marta se miró al espejo antes de salir al trabajo. Iba tarde, no encontraba su bolso, su hijo pequeño había hecho una rabieta monumental y ella tenía una reunión importante. Y ahí estaba él, ese juez cruel dentro de su mente:
— “Mira cómo estás. Siempre igual. Desorganizada. Seguro vas a arruinar la reunión.”
Pero ese día algo cambió. En vez de seguir escuchándolo, Marta decidió responderle. No con enojo, sino con curiosidad.
— “¿Por qué me hablas así? ¿Qué necesitas de mí para callarte?”
Ahí empezó su transformación.
¿De dónde viene ese crítico?
No nacemos con él. Se forma con los años: comentarios de adultos, experiencias en el colegio, comparaciones, perfeccionismo mal entendido. El crítico interno cree que nos protege del fracaso… pero en realidad nos impide avanzar.
Es como un guardaespaldas emocional con mal entrenamiento.
Marta aprendió tres cosas claves para cambiar la relación con su crítico interno:
- Nombrarlo.
Le puso nombre: «Doña Jueza». Al hacerlo, pudo separarse de esa voz. Ya no era ella. Era solo una parte de su mente que necesitaba dirección. - Responder con compasión.
En lugar de discutir con Doña Jueza, le hablaba como a una niña asustada: “Gracias por preocuparte, pero lo tengo bajo control.” - Reescribir el guión.
Cada vez que su crítico le decía “No puedes”, Marta escribía tres razones por las que sí podía. Poco a poco, su nuevo guión se volvió más fuerte que el antiguo.
¿Te suena familiar?
Tal vez tú también tienes un crítico que aparece cuando más necesitas apoyo. Que te llama torpe, exagerado, fracasado o simplemente “insuficiente”. Pero aquí está la verdad: esa voz no eres tú. Solo es una historia mal contada que puedes volver a escribir.
Empieza hoy. Detente cuando esa voz te hable. Pregúntate: ¿Le diría esto a alguien que amo?
Y si la respuesta es no… entonces tampoco te lo digas a ti.
Consejo práctico de 3 minutos:
Haz esto cada noche:
- Escribe una cosa que hiciste bien.
- Escribe una cualidad que te gusta de ti.
- Escríbele una nota amable a tu “yo cansado” del día.
Hazlo por una semana. Tu mente empezará a hablarte con otro tono.
Y recuerda:
✨ No eres el eco de tus errores. Eres la voz que elige qué historia contar mañana. ✨
¿Te animas a compartir esta historia con alguien que también necesita apagar a su crítico interno?



