Había una vez una mujer llamada Clara…
…que tenía una habilidad especial: siempre encontraba algo de ella que no le gustaba. Si no era su risa fuerte, era su nariz, o su torpeza al hablar en público, o esa costumbre de olvidar nombres justo después de que alguien se los decía. Clara vivía bajo la sombra de lo que creía que debía ser: perfecta, elegante, elocuente, organizada, sin un solo “pero”.
Un día, cansada de exigirse tanto, Clara se miró en el espejo y se preguntó en voz alta:
«¿Y si dejo de luchar contra mis defectos y los invito a tomar un café?»
Ese fue el comienzo de su revolución interna.
La trampa de la perfección
Desde pequeños nos enseñan a ocultar lo que no encaja. A disimular lo que no es “bonito”, “correcto” o “aceptable”. Pero lo que nadie te dice es que esas supuestas fallas pueden ser lo que te hace único. Y no, esto no es una frase de taza de café. Es neuropsicología emocional: lo que reprimimos se intensifica. Lo que aceptamos, se transforma.
Clara decidió empezar con lo que más odiaba de sí misma: su risa escandalosa. Un día, en una reunión de trabajo, soltó una carcajada espontánea. Esperaba miradas de juicio… pero alguien dijo:
«¡Qué buena risa tienes, contagiosa!»
Y así, esa «imperfección» se convirtió en su sello. Lo que antes la hacía encogerse, ahora la hacía destacar.
Ejemplos reales para ti (sí, tú)
- ¿Tienes un lunar donde no «debería» estar? Lúcelo como si fuera una joya.
- ¿Tartamudeas cuando te pones nervioso? Hazlo parte de tu estilo. Nadie confía en quien parece un robot.
- ¿Eres muy sensible? Felicidades: eres humano, no un cactus.
Consejos prácticos para convertir tus fallas en fuerza
- Ponles nombre. ¿Tu impaciencia? Llámala “Turbo”. Tu timidez, “Pequeña brújula”. Personaliza para restarles poder.
- Haz una lista de lo que has logrado a pesar de tus “defectos”. O mejor dicho, gracias a ellos.
- Rodéate de gente que no te quiera cambiar. Nadie brilla en lugares donde se siente defectuoso.
La imperfección es el nuevo superpoder
Clara no se volvió perfecta. Pero sí se volvió libre. Y con esa libertad llegó algo más poderoso que la perfección: autenticidad.
Cuando te atreves a abrazar tus imperfecciones, envías al mundo un mensaje hipnótico:
«Este soy yo. Sin máscaras. Y aún así, merezco amor, éxito y paz.»
💫 Frase para compartir (y recordar):
«Tus imperfecciones no son errores del diseño. Son parte de tu arte.»
¿Te animas a tomarte un café con tus propias “fallas”? Clara ya lo hizo. Y tú podrías descubrir que, al final, lo que te hacía diferente… te hace inolvidable.



