Carlos tenía 47 años y una habilidad muy especial: podía quedarse callado en cualquier reunión, incluso si le pisaban el pie. Era el maestro zen del silencio incómodo, el campeón olímpico de tragarse palabras. Su lema no dicho era: «mejor no digo nada, no vaya a ser que incomode.»
Pero claro… esa paz aparente tenía un precio.
Cada vez que callaba, su estómago hablaba por él (en forma de gastritis nerviosa), sus noches se alargaban llenas de pensamientos del tipo “debí haber dicho esto”, y su autoestima se iba haciendo cada vez más pequeña, como una hoja olvidada al fondo del cajón.
Un día, su sobrina de 8 años lo vio suspirar tras colgar una llamada de trabajo en la que su jefe le había gritado sin razón. Ella le preguntó:
—Tío, ¿por qué no dijiste nada?
Carlos se encogió de hombros. No sabía qué responder.
La voz no solo se tiene: se entrena
En TREC (Terapia Racional Emotiva Conductual), enseñamos que muchas veces lo que nos impide hablar no es la falta de palabras, sino la presencia de creencias irracionales que nos silencian. Carlos, por ejemplo, se repetía frases como:
- “No debo molestar a nadie.”
- “Si digo lo que pienso, me van a rechazar.”
- “Es mejor agradar que defenderse.”
Estas creencias están basadas en exigencias de aprobación y miedo a la desaprobación, que terminan generando emociones insanas como ansiedad, culpa y frustraciónFormato para TREC para ….
Pero la buena noticia es que la voz interna también puede reeducarse. Carlos empezó su proceso de cambio al hacer este ejercicio simple de TREC:
Ejercicio de liberación verbal (versión amable)
- Detecta una situación reciente en la que callaste.
- Escribe qué pensaste en ese momento. ¿Qué te impedía hablar?
- Debátelo con estas preguntas:
- ¿Dónde está escrito que no debo molestar a nadie?
- ¿Me ayuda a largo plazo callarme siempre?
- ¿Podría decir lo que siento sin ser grosero?
- Ahora escribe una frase racional como alternativa.
“Preferiría no generar conflicto, pero tengo derecho a expresar lo que necesito con respeto.”
Carlos encontró su voz, poquito a poco
No se convirtió en activista ni en orador. Pero empezó a decir cosas como:
- “Disculpa, pero no estoy de acuerdo.”
- “Esto que dijiste me incomoda, ¿lo podemos hablar?”
- “No quiero seguir en este proyecto, necesito tiempo para mí.”
Y con cada frase, su estómago se relajaba. Su autoestima subía un poquito. Y sus relaciones empezaron a ser menos “correctas” y más reales.
Consejos para encontrar tu voz
- No confundas amabilidad con sumisión. Puedes ser firme sin dejar de ser cordial.
- Haz ensayos mentales. Imagínate diciendo lo que piensas en voz alta, con diferentes tonos. La práctica mental reduce la ansiedad.
- Apóyate en el humor. A veces una frase graciosa rompe el hielo y permite decir cosas difíciles con ligereza.
- Recuerda que no todos te van a entender… y está bien. No necesitas convencer al mundo, solo necesitas ser fiel a ti.
Porque sí: tú también puedes encontrar tu voz
Y no tiene que ser una voz fuerte, escandalosa o perfecta. Puede ser suave, pausada, firme o divertida. Lo importante es que sea tuya. Porque tu voz no solo comunica ideas: reafirma que estás aquí, que vales, y que tienes derecho a existir en tus propios términos.



