La salud mental está tan llena de mitos como el WhatsApp de tu tía está lleno de cadenas alarmistas. Hoy vamos a romper con tres ideas que ya deberían haberse jubilado junto con el fax y el messenger.
Mito #1: “Ir al psicólogo es para locos”
¿En serio? Es como decir que ir al gimnasio es para gordos. ¡Pues claro! ¿Pero también para flacos, para ansiosos, para gente que tiene espejo pero no paz interior! Ir al psicólogo no es de locos, es de valientes con WiFi. Porque hay que tener huevos para decir: “¿sabes qué? no entiendo por qué me pongo a llorar cada vez que se me cae una empanada, pero me gustaría entenderlo”.
Además, en esta época donde todos tienen ansiedad, ir a terapia debería estar incluido en el combo del cine. Compras tu entrada, y si lloras más de lo que deberías en “Shrek 2”, un terapeuta te espera en la salida.
Mito #2: “Si te esfuerzas, puedes controlar tus emociones”
Ah sí, claro. Dile eso a alguien con ansiedad en una primera cita: “relájate”. ¡Nooo! ¡Se arregló todo! ¡Gracias, Capitán Obviedad! ¡Qué bien me vino tu consejo inútil!
Las emociones no son botones de volumen. No puedes bajarle la tristeza como si fuera reguetón en una fiesta familiar. “¿Estás triste? Pues deja de estarlo”. Ajá, ¿y si tengo hambre también lo resuelves gritándome “¡deja de tener hambre!”? Es más, propongo abrir una clínica de gritos. El tratamiento: gritarle a la gente hasta que se sientan felices. Un éxito garantizado… en perder amigos.
Mito #3: “Tienes que ser positivo todo el tiempo”
Este es mi favorito. “¡Piensa positivo!”… mientras te echan del trabajo, mientras el banco te cobra hasta por respirar, y mientras tu ex sube historias feliz con alguien que parece una mezcla de modelo y chef vegano.
Pensar positivo no es negar la realidad. Es como si se estuviera incendiando tu cocina y tú dijeras: “bueno, al menos me va a quedar cocido el arroz”. ¡No! Pensar positivo no es tapar el sol con un dedo, es aceptar que hay nube, hay tormenta, y aún así decidir bailar bajo la lluvia… o al menos no tirarte a llorar porque no trajiste paraguas.
Epílogo para el alma:
La salud mental no se trata de evitar emociones feas ni de ponerle filtro a tu tristeza. Se trata de conocerte, entender qué te dices cuando nadie te escucha, y tener el coraje de cambiar esa voz interna que a veces te habla como si fuera tu peor hater.
Así que si alguna vez pensaste uno de estos mitos, no te juzgues: no es tu culpa, es culpa de la generación que creía que un Vicks VapoRub curaba desde el COVID hasta una crisis existencial.
Y si estás en ese proceso de cuestionarte, de ir a terapia, de aceptarte, de sanar… entonces sí, estás loco. Loco… por vivir mejor.



