“No valgo nada”, pensó Camila mientras se miraba en el espejo empañado del baño. Había pasado. Otra vez.
Camila es una mujer de 34 años, trabajadora, creativa y, como muchos, exigente consigo misma. Se había preparado durante semanas para esa entrevista de trabajo que, pensaba, podía cambiarle la vida. Pero todo salió mal. Tartamudeó. Se bloqueó. Y al salir, ni siquiera se despidió bien. Cuando recibió el correo con la negativa, sintió que no solo había perdido una oportunidad, sino que había perdido valor como persona.
El golpe invisible
Lo que más dolía no era el rechazo, sino lo que vino después: una ola de pensamientos automáticos que la aplastaban. “¿Ves? Siempre arruinas todo”. “Nunca vas a ser suficiente”. “Ni para un empleo sirves”. Esa voz interna, cruel y despiadada, tomó el mando. Y Camila, como muchos en ese lugar oscuro, no sabía cómo silenciarla.
Durante semanas, evitó salir. Dejó de responder mensajes. Comía mal. Dormía peor. Y aunque sus amigos insistían en animarla, cada cumplido le sonaba falso. ¿Cómo creer en uno mismo cuando la voz interior repite que no vales?
El momento que cambió todo
Un día, sin fuerzas para seguir llorando, Camila cayó en un video de psicología en YouTube. No buscaba ayuda, solo distracción. Pero escuchó una frase que le hizo ruido: “No eres lo que te pasa. Eres cómo eliges responder a lo que te pasa.”
Fue una frase. Un clic. No la salvó, pero la hizo pensar: ¿Y si el problema no es lo que ocurrió, sino lo que me estoy diciendo sobre eso?
Ahí comenzó su verdadero proceso de reconstrucción.
El ABC de volver a levantarse
Guiada por algunos libros y más adelante con ayuda profesional, Camila descubrió algo poderoso: la Terapia Racional Emotiva Conductual (TREC). Y con ella, el modelo ABC de Albert Ellis:
- A: Acontecimiento activador → Fracaso en la entrevista.
- B: Creencias irracionales → “Si fallo, soy una inútil. No sirvo. No puedo soportarlo”.
- C: Consecuencias emocionales → Tristeza paralizante, aislamiento, apatía.
El problema no estaba en el rechazo (A), sino en las ideas rígidas y autoagresivas que Camila creía verdaderas (B). Una vez que entendió esto, comenzó a trabajar en cuestionarlas.
¿Qué aprendió Camila?
Con tiempo y acompañamiento, comenzó a hacer algo que nunca había intentado: hablarse diferente. A diario, debatía sus pensamientos con preguntas como:
- ¿Dónde está escrito que debo ser perfecta para valer?
- ¿Qué evidencia tengo de que no valgo nada?
- ¿No he fallado antes y también me he levantado?
Y poco a poco, empezó a sustituir pensamientos como “soy un fracaso” por otros más amables y racionales:
- “Fallé, sí. Pero eso no me define”.
- “Preferiría haberlo hecho mejor, pero puedo aprender de esto”.
- “Soy una persona falible, y aún así valiosa”.
Este cambio no ocurrió en un día. Pero con cada pensamiento cuestionado, Camila sentía que reconstruía una parte de sí misma.
El clímax: un nuevo intento
Meses después, Camila se presentó a otra entrevista. Esta vez, no fue perfecta. Su voz tembló en un momento. Se trabó en una respuesta. Pero no salió llorando. Salió pensando: “No lo hice perfecto, pero lo hice. Y eso ya es un logro.”
Esa tarde, no recibió el trabajo. Pero recibió algo más importante: el respeto por sí misma. Y eso, para ella, fue una victoria aún mayor.
¿Qué cambió?
Lo que Camila reconstruyó no fue una carrera. Fue su autoestima. Su relación consigo misma. Entendió que valerse a uno mismo no es resultado de logros externos, sino de una actitud interna de aceptación, realismo y amabilidad.
Ya no mide su valor por un éxito o un error. Lo mide por cómo se trata en los momentos difíciles.
Moraleja: lo que Camila (y tú) aprendieron
Reconstruir la autoestima no es volver a ser quien eras, sino aprender a quererte tal como eres, incluso cuando las cosas no salen bien.
Y esa es la esencia de la TREC: no evitar las caídas, sino aprender a levantarse sin destruirse en el proceso.
¿Y tú?
Si te has sentido como Camila, recuerda esto: no estás solo. Y aunque la voz interna suene fuerte, se puede reeducar. Con ayuda, con práctica, con paciencia.
Comienza por preguntarte: ¿Lo que pienso de mí es una verdad… o solo una creencia irracional que puedo cambiar?
Frase final para redes:
“Camila aprendió que no hay caída más peligrosa que la de tu propio juicio. Y que reconstruirse empieza por hablarse con compasión.”



