El día que mi estrés me enseñó a poner límites

4–5 minutos

¿Cuál es la clave para reducir el estrés emocional en las relaciones? Aprender a poner límites de forma sana es una de las herramientas más efectivas para recuperar tu bienestar mental.


  1. 4 técnicas para aprender a poner límites sin culpa
    1. 1. Detecta tu «no» corporal
    2. 2. Cambia el lenguaje absolutista
    3. 3. Usa la técnica del sandwich
    4. 4. Respira antes de responder
  2. Preguntas Frecuentes sobre el estrés y los límites

El protagonista: Clara, 34 años, siempre disponible para todos

Clara era de esas personas que nunca decían que no. Siempre estaba lista para ayudar, escuchar, encargarse de tareas extras en el trabajo, organizar cenas familiares, consolar a sus amigas, cuidar sobrinos y estar disponible en todo momento.

«Soy así. No puedo fallarles. Si no lo hago yo, nadie lo hará», solía decir.

Pero esa dedicación absoluta tenía un precio: Clara vivía con una tensión constante. Le costaba dormir, su estómago se cerraba cuando sonaba su móvil y lloraba sin razón aparente. Aunque todos la admiraban por su generosidad, por dentro se sentía desbordada, invisible y agotada.

El conflicto: la sonrisa forzada que se rompe por dentro

El momento que lo cambió todo fue un domingo por la noche. Clara había pasado el fin de semana ayudando a su hermana con la mudanza. Estaba rendida. Aun así, respondió a una llamada de su jefe pidiéndole un informe «para mañana a primera hora». Lo aceptó, tragando saliva.

Esa noche, su cuerpo dijo basta. Un ataque de ansiedad le cortó la respiración. Despertó a su pareja entre hiperventilaciones, sudor frío y un pensamiento martilleante: «No puedo con esto. No puedo más».

Fue la primera vez que admitió que necesitaba ayuda.

La transformación: entender su estrés como una alarma emocional

Durante su terapia, Clara conoció la TREC (Terapia Racional Emotiva Conductual) y descubrió algo que nunca había considerado: el problema no era la gente, ni siquiera su entorno exigente. El problema eran sus creencias internas.

Clara creía firmemente que:

  • «Si digo que no, me van a rechazar.»
  • «Valgo por lo que hago por los demás.»
  • «Tengo que estar disponible o decepcionaré.»

Estas exigencias absolutistas («debo ser», «no puedo permitir», «tengo que») activaban en ella un miedo irracional al rechazo y una necesidad constante de validación. Su estrés era la señal de alarma de una vida sin límites.

El clímax: decir «no» y soportar el miedo

Con apoyo terapéutico, Clara empezó a practicar un nuevo pensamiento racional:

«Prefiero que me valoren, pero no lo necesito. Puedo decir no. Puedo poner límites. Y si alguien se aleja por eso, podré tolerarlo.»

La primera vez que lo puso en práctica fue con su jefe: le escribió que el informe estaría listo al final del día siguiente, no a primera hora.

Temblaba mientras enviaba el mensaje. Su corazón latía con fuerza. Pero no se hundió el mundo. Su jefe respondió: «Ok. Gracias por avisar».

Fue liberador.

La resolución: aprender a vivir sin sobreexigirse

Clara aprendió que su valor no dependía de cuánto diera, sino de quién era. Comprendió que poner límites no es egoísmo, sino autocuidado. Que decir «no» también es una forma de decirse «sí».

Hoy su vida está llena de pausas, de respiraciones, de decisiones elegidas en lugar de deberes asumidos. Aún tiene miedo a veces, pero ya no se deja arrastrar por él.

Moraleja: Aprender a poner límites no aleja a los demás, te acerca a ti mismo.


4 técnicas para aprender a poner límites sin culpa

1. Detecta tu «no» corporal

Antes de que tu mente racional lo registre, tu cuerpo ya sabe que no quieres hacer algo: se tensa, se incomoda, se bloquea. Aprender a escucharlo te ayuda a detectar el límite que está siendo cruzado.

2. Cambia el lenguaje absolutista

Reformula pensamientos como:

  • «No puedo decir que no» → «Me cuesta decir que no, pero puedo aprender.»
  • «Debería ayudar» → «Prefiero ayudar si tengo energía.»

3. Usa la técnica del sandwich

Una manera amable y efectiva de poner un límite:

  • Empieza con algo positivo («Gracias por pensar en mí»).
  • Di tu «no» claro («No voy a poder ayudarte esta vez»).
  • Ofrece alternativa («Pero quizás otra persona pueda hacerlo»).

4. Respira antes de responder

Cuando te piden algo, no respondas de inmediato. Respira. Da un paso mental atrás. Di: «Lo pensaré y te aviso». Esto te da tiempo para decidir desde la calma y no desde la culpa.


Preguntas Frecuentes sobre el estrés y los límites

¿Por qué me cuesta tanto decir que no?
Porque probablemente aprendiste que tu valor depende de ser útil, amable o perfecto. Pero eso no es cierto. Tu valor es inherente.

¿Poner límites puede hacer que me rechacen?
Algunas personas podrán molestarse, sí. Pero las relaciones sanas sobreviven a los límites. Y las que no, quizá no eran tan sanas.

¿Es normal sentirse culpable al principio?
Totalmente. Pero esa culpa no es una señal de que estés haciendo algo malo, sino de que estás cambiando una vieja programación.

¿Y si soy una persona muy empática?
La empatía es valiosa, pero no debe llevarte a la autoanulación. Puedes cuidar a otros sin olvidarte de ti.

¿Cuándo debería buscar ayuda profesional?
Cuando tu nivel de estrés interfiere con tu sueño, salud, relaciones o alegría cotidiana, es una señal de que podrías beneficiarte de terapia.


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