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Para dejar de fingir seguridad y comenzar a construir una autoestima real, es necesario aceptar nuestras vulnerabilidades, cuestionar nuestras creencias limitantes y aprender a hablarnos con compasión en lugar de juicio.
El espejo no miente
Laura tenía 32 años, una carrera profesional en ascenso, y un perfil de Instagram cuidadosamente curado. Fotos sonrientes, frases motivacionales, selfies con filtros. Desde afuera, todo parecía estar en su sitio. Pero por dentro, se sentía como una impostora.
Cada vez que recibía un halago en el trabajo, sonreía con cortesía, mientras una voz interna susurraba: “No lo mereces”. Cuando subía una historia diciendo “¡Vamos con todo!”, en realidad estaba luchando contra la ansiedad, sintiéndose agotada por intentar mantener una imagen de mujer segura y fuerte.
Desde niña había aprendido que mostrarse vulnerable era sinónimo de debilidad. Así que se puso una máscara: la de la seguridad perfecta. Pero esa máscara comenzó a pesar más que sus propios miedos.
Una noche, tras una discusión con su pareja, Laura se miró al espejo y no se reconoció. “¿Cuánto tiempo llevo fingiendo ser alguien que no soy?”, se preguntó, con lágrimas que borraban todo rastro de maquillaje.
Y entonces empezó el verdadero viaje.
Fingir autoestima: el autoengaño más común
Muchas personas como Laura han aprendido a fingir confianza para sobrevivir socialmente. Sonríen aunque estén rotas. Hacen chistes para evitar hablar de su dolor. Se convierten en “el alma de la fiesta” mientras por dentro sienten un profundo vacío.
Este tipo de «autoestima maquillada» es frágil. Depende de la validación externa. Si alguien te critica, te desmoronas. Si nadie te aplaude, te sientes invisible. Si no logras algo, tu valor se tambalea.
La autoestima real, en cambio, no se construye en el espejo ni en los likes, sino en la forma en la que te hablas cuando nadie te ve.
El conflicto interior: cuando la mente es tu peor juez
Laura comenzó terapia tras meses de sentirse agotada emocionalmente. Una de las primeras cosas que trabajó fue su diálogo interno.
—¿Qué te dices cuando cometes un error? —le preguntó su psicóloga.
—“Soy una tonta. Siempre arruino todo” —respondió sin pensar.
Ese era el núcleo del problema. Su autoestima no estaba rota por lo que le decía el mundo, sino por lo que se decía ella misma cada día.
La Terapia Racional Emotiva Conductual (TREC) le ayudó a detectar esas creencias automáticas, irracionales y autocríticas que había normalizado. Por ejemplo:
- “Si no soy perfecta, nadie me va a querer”.
- “Debo ser fuerte todo el tiempo”.
- “No puedo mostrar debilidad”.
Y como muchas personas, Laura creía que la autocrítica la motivaba. Pero en realidad la estaba hundiendo.
El cambio comienza en lo invisible
El cambio no fue inmediato. Laura tuvo recaídas. Hubo días en que volvió a fingir seguridad para no ser rechazada. Pero esta vez tenía herramientas.
Cada vez que aparecía la voz crítica, aprendió a cuestionarla con amabilidad:
- “¿De verdad soy una inútil o estoy teniendo un mal día?”
- “¿Qué le diría a una amiga en mi lugar?”
- “¿Es lógico pensar que debo ser perfecta siempre?”
Este nuevo diálogo interno le permitió quitarse poco a poco la máscara. Ya no necesitaba mostrarse fuerte para ser amada. Empezó a ser honesta. Y eso, paradójicamente, la hizo más fuerte.
Técnicas prácticas para construir autoestima auténtica
1. Habla contigo como hablarías con alguien que amas
La autocompasión no es debilidad, es sabiduría emocional. Cuando falles, respóndete con ternura: “Estoy aprendiendo”, “No soy perfecta, y eso está bien”.
2. Cuestiona tus creencias automáticas
Anota los pensamientos negativos y pregúntate:
- ¿Es 100% cierto?
- ¿Me ayuda o me lastima pensar así?
- ¿Qué otra forma más realista hay de ver esto?
3. Haz una lista de tus logros reales, no aparentes
No necesitas haber escalado una montaña para validarte. Hacer algo aunque te dé miedo, decir “no” por primera vez, o cuidar de ti cuando estás mal… también son triunfos.
4. Deja de compararte
Cada vez que te descubras comparándote en redes sociales, respira y recuerda: lo que ves es una parte, no el todo. No compitas con vidas editadas.
5. Sé vulnerable con alguien seguro
Hablar con alguien de confianza (un terapeuta, un amigo sincero) sin máscaras es liberador. La verdadera autoestima nace en el espacio donde puedes decir “no estoy bien” y ser aceptado igual.
Clímax: el día que Laura eligió ser real
Meses después, Laura fue invitada a dar una charla en su empresa sobre liderazgo. Su antigua versión habría ensayado una presentación perfecta, con frases de poder y posturas ensayadas. Pero ese día decidió ser auténtica.
Comenzó diciendo:
—Durante años he fingido seguridad para encajar, pero hoy quiero hablarles desde la honestidad. He descubierto que liderar no es parecer invencible, sino mostrarse humano.
Al terminar, varios colegas se acercaron a agradecerle por su valentía. No por sus logros, sino por su verdad.
Por primera vez, Laura sintió que era valorada no por su imagen, sino por su esencia.
Desenlace: más liviana, más libre
Hoy, Laura sigue teniendo días difíciles. Pero ya no se esconde. Se permite llorar, fallar, descansar. Y ha descubierto que su verdadero valor no está en cuánto aparenta, sino en cuánto se permite ser ella misma.
Moraleja
La autoestima no se finge, se cultiva. Y ese cultivo comienza cuando dejas de exigirte perfección y aprendes a abrazarte con humanidad.
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Preguntas frecuentes (FAQ)
¿Es malo fingir seguridad?
No es “malo”, es una estrategia de supervivencia. Pero a largo plazo, puede agotarte emocionalmente y alejarte de relaciones auténticas.
¿Cómo saber si tengo baja autoestima si aparento estar bien?
Si dependes constantemente de la aprobación externa, temes mostrarte vulnerable o te hablas con dureza, puede ser un signo de autoestima frágil.
¿Qué pasa si me muestro vulnerable y me rechazan?
No todo el mundo está preparado para aceptar la vulnerabilidad ajena. Pero cuando encuentres a quienes sí lo hacen, crearás vínculos mucho más reales y nutritivos.
¿Tener autoestima significa sentirme bien todo el tiempo?
No. Tener buena autoestima es reconocer tus emociones, incluso las incómodas, y darte valor aunque no te sientas en tu mejor momento.
¿Puede ayudarme un psicólogo aunque no tenga “problemas graves”?
Absolutamente. La terapia no es solo para crisis. Es una herramienta para crecer, conocerte mejor y construir una vida más auténtica.
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