¿Cómo lidiar con una madre neurótica? Un enfoque cognitivo-conductual

13–20 minutos

¿Cuándo se considera que una madre es neurótica?


Una madre mostrando enfado hacia su hija por el uso del teléfono. El término neurótica suele describir a una persona con elevada inestabilidad emocional, propensa a la ansiedad, preocupaciones excesivas y cambios de humor frecuentes[1]. En el caso de una madre, esto se refleja en reacciones desproporcionadas ante situaciones cotidianas, un control excesivo sobre sus hijos o una constante necesidad de seguridad. Por ejemplo, puede irritarse por detalles menores, anticipar peligros en todo (aunque sean improbables) y mostrarse hipersensible a cualquier problema. Es importante aclarar que “neurótico” no equivale a una enfermedad mental grave: se trata más bien de un rasgo de personalidad (neuroticismo) y no de una psicosis u otro trastorno severo[2][3]. A diferencia de una psicopatología severa, la persona neurótica mantiene contacto con la realidad (no presenta delirios ni alucinaciones) y, aunque su conducta genere malestar, suele ser manejable con la ayuda adecuada[1]. En otras palabras, una madre neurótica puede sufrir y hacer sufrir a su entorno con sus temores y emociones intensas, pero no está “loca” ni fuera de la realidad, sino que experimenta niveles altos de ansiedad y estrés ante las dificultades de la vida diaria.

Un rasgo neurótico implica tendencia a emociones negativas persistentes (tristeza, culpa, ira, etc.), pobre regulación emocional y una visión pesimista. Estas madres pueden parecer sobreprotectoras, perfeccionistas o constantemente preocupadas, incluso por asuntos triviales. Tienden a anticipar lo peor ante cualquier incertidumbre. Por ejemplo, si su hijo sale tarde, una madre neurótica puede imaginar inmediatamente que algo malo ocurrió y reaccionar con angustia o enfado desmedido. Sus respuestas emocionales son intensas y puede costarles “calmarse” fácilmente[4][5].

Para ilustrar este comportamiento, consideremos una escena descrita en el libro “Gente Tóxica” de Bernardo Stamateas. Una niña llamada Mary está en la playa con su madre y le hace varias peticiones razonables, pero la madre responde de forma temerosa a cada una:

  • Mary: “Mamá, ¿puedo jugar en la arena?”
  • Madre: “No, mi vida; no quiero que te ensucies el vestido.”
  • Mary: “¿Puedo caminar cerca de la orilla?”
  • Madre: “No. Te mojarías y podrías pescar un resfriado.”
  • Mary: “¿Puedo jugar con los otros niños?”
  • Madre: “No. Te perderías entre la gente.”
  • Mary: “¡Mamá, cómprame un helado!”
  • Madre: “No. Te haría daño en la garganta.”[6]

En este ejemplo, la madre ve peligros en cada actividad normal de su hija y por ello le dice que no a todo, con la intención de protegerla. Sin embargo, al actuar así le está impidiendo aprender de la experiencia y le transmite una visión muy negativista del mundo[7]. Este tipo de comportamiento —prohibitivo, ansioso y controlador— es característico de una madre con rasgos neuróticos. La madre neurótica, en su afán de “cuidar”, puede terminar sofocando a sus hijos con reglas exageradas, críticas constantes o preocupaciones ilimitadas.

¿Qué hace que una madre sea neurótica?

No existe una única causa; más bien es el resultado de factores de personalidad, experiencias de vida y, a veces, genética. El neuroticismo suele desarrollarse a partir de una combinación de predisposiciones y entorno. Según la literatura, algunos factores que predisponen a una personalidad neurótica incluyen:

  • Historia familiar y crianza: Haber crecido en una familia disfuncional o con carencias afectivas puede contribuir a que una persona desarrolle ansiedad crónica. Irónicamente, tanto la sobreprotección extrema como la falta de cuidados (infracuidado) durante la infancia pueden fomentar inseguridades en la persona[8]. Muchas madres neuróticas a su vez pudieron ser hijas sobreprotegidas o desatendidas, aprendiendo desde niñas a responder con temor ante el mundo.
  • Eventos traumáticos o estresantes en la niñez: Experiencias de maltrato, abandono, abuso o pérdidas tempranas de figuras importantes pueden generar altos niveles de ansiedad y necesidad de control en la adultez[9]. Por ejemplo, una madre que de niña sufrió abandono podría desarrollar el miedo constante a que algo malo le pase a sus seres queridos, volviéndose hiper-vigilante.
  • Carga genética y biología: El neuroticismo tiene un componente hereditario; estudios indican que los rasgos neuróticos pueden transmitirse en la familia. Si la abuela o el padre tenían tendencia a la ansiedad y la preocupación, es más probable que la madre también la tenga[10]. Asimismo, ciertas personas son neurológicamente más reactivas al estrés.
  • Estrés crónico en la vida adulta: Independientemente de la infancia, afrontar situaciones muy estresantes (problemas económicos, familiares o de salud) sin las herramientas adecuadas puede aumentar la ansiedad y volverse un patrón permanente de respuesta. Una madre sometida a mucha presión, sin apoyo, podría volverse irritable y preocupadiza como forma (involuntaria) de afrontar sus problemas.
  • Factores culturales y sociales: Vivir en entornos donde todo se percibe como peligroso o donde hay expectativas rígidas sobre la maternidad puede fomentar comportamientos neuróticos. Por ejemplo, la creencia de que “una madre buena debe preocuparse por todo lo que le pase a su hijo” puede reforzar la tendencia a la ansiedad materna[11] (la idea errónea de que “si no te preocupas constantemente, no eres una buena madre” normaliza el estar angustiada todo el tiempo[12]).

En resumen, una madre neurótica no “nace de la nada”: usualmente hay una historia detrás. Tal vez ella misma creció en un ambiente inestable o cargado de miedos, o desarrolló esa ansiedad por circunstancias difíciles. Entender qué hay detrás de su conducta (sin justificar sus actitudes dañinas) puede ayudar a tener una visión más compasiva: la madre neurótica generalmente no desea hacer daño, sino que actúa así porque no sabe manejar su propia angustia. Como señalan algunos expertos, a menudo estas madres actúan desde sus inseguridades y temores profundos, no por malicia[13]. Su necesidad de controlarlo todo es en realidad un reflejo de su miedo: miedo a que algo salga mal, a perder a sus hijos, a no ser suficientemente buena madre, etc. Saber esto nos prepara para abordar el problema con más empatía y estrategias adecuadas, en lugar de solo enojo o resentimiento.

Impacto en los hijos: consecuencias de tener una madre neurótica

Tener una madre con alto neuroticismo puede ser desafiante para los hijos, tanto en la infancia como en la vida adulta. El hogar puede convertirse en una fuente constante de tensión emocional: el hijo aprende que el mundo es peligroso o impredecible, puesto que su madre reacciona con ansiedad ante casi todo. ¿Se puede estar bien teniendo una madre neurótica?Sí, es posible, pero primero conviene entender qué efectos tiene esta situación en los hijos, para luego ver cómo manejarlos.

Algunas consecuencias habituales de crecer con una madre neurótica son:

  • Ansiedad y estrés en los hijos: Los niños absorben las emociones de sus padres. Si la madre está siempre angustiada o irritada, el hijo puede desarrollar ansiedad anticipatoria, temiendo que cualquier cosa desencadene una crisis. Estudios psicológicos indican que el neuroticismo parental influye en el estilo de pensamiento de los hijos; por ejemplo, una madre muy negativa puede sin querer enseñar a su hijo a rumiar preocupaciones (darles vueltas constante a los problemas)[14]. Esta rumiación crónica en los hijos se ha asociado con mayor riesgo de depresión en la juventud[15]. En otras palabras, la actitud mental de la madre (siempre esperando lo peor) puede “contagiar” una visión pesimista al hijo sobre sí mismo y el mundo[16].
  • Dependencia o baja autonomía: Muchas madres neuróticas son sobreprotectoras – no permiten que sus hijos tomen riesgos acordes a su edad (como jugar solos, salir con amigos o tomar decisiones propias) por miedo a que algo salga mal. Esto puede impedir que los hijos desarrollen habilidades de independencia. De adultos, esos hijos pueden volverse inseguros o depender demasiado de la aprobación materna para todo. Como advierten los expertos, una madre hiperprotectora que resuelve todo y no deja al hijo tomar decisiones puede dificultar que este aprenda a enfrentar problemas por sí mismo[17]. El hijo crece creyendo que el mundo es demasiado peligroso para enfrentarlo solo, lo que merma su autoestima y capacidad de decisión.
  • Problemas en la identidad y autoestima: Si una madre está constantemente corrigiendo, criticando o mostrando preocupación por lo que hace el hijo, este puede interpretar que “algo está mal en mí”. La falta de aprobación genuina y la sobreexigencia pueden derivar en que el hijo tenga una autoestima frágil o sea excesivamente autocrítico. También es común que desarrollen sentimiento de culpa (“hago sufrir a mamá con mis decisiones”) o que se sientan responsables de la felicidad de la madre. Esto último puede ser muy cargante emocionalmente, pues el hijo vive para no disgustar a su madre, descuidando sus propias necesidades.
  • Relaciones familiares conflictivas: Los hogares con una figura neurótica a veces presentan mayor conflicto y comunicación disfuncional. Puede haber discusiones frecuentes, silencios tensos o lloros, lo cual crea un ambiente de incertidumbre emocional. Algunos hijos optan por evitar a la madre para no detonar su ansiedad, generando distancia afectiva. Otros hijos, en cambio, pueden enfurecerse y rebelarse contra el control materno, llevando a choques constantes. En ambos casos, la relación madre-hijo sufre y puede dejar heridas que persisten en la edad adulta, dificultando una conexión sana.

A pesar de estos efectos, es totalmente posible que un hijo alcance el bienestar incluso con una madre neurótica. No estamos condenados a vivir en ansiedad permanente. De hecho, con las estrategias adecuadas (que detallaremos a continuación) se puede lograr manejar la situación e incluso crecer a nivel personal. Muchos hijos de padres ansiosos aprenden a ser resilientes, a poner límites y a desarrollar su propia estabilidad emocional. La clave está en reconocer cómo la dinámica nos afecta y luego tomar medidas activas para proteger nuestra salud mental. Nadie elige a la madre que tiene, pero sí podemos elegir cómo reaccionar y qué hacer para estar bien. En los términos de la terapia cognitivo-conductual, no es solo la conducta de nuestra madre (evento activador) lo que determina nuestro malestar, sino lo que pensamos al respecto; cambiando nuestra perspectiva, podemos reducir el impacto negativo. En efecto, investigaciones respaldan que modificar la forma de interpretar y responder al comportamiento de un familiar neurótico ayuda a disminuir el estrés y mejora la relación[18]. En resumen: sí se puede estar bien teniendo una madre neurótica, pero requerirá trabajo interior y posiblemente externo (apoyo profesional), así como la aplicación de estrategias prácticas como las siguientes.

¿Qué puedo hacer si tengo una madre neurótica? Estrategias de afrontamiento

A continuación, presentamos sugerencias prácticas desde una perspectiva cognitivo-conductual (especialmente inspirada en la Terapia Racional Emotiva Conductual de Albert Ellis). Estas estrategias te ayudarán a manejar la relación con tu madre neurótica y a cuidar de tu propio bienestar emocional:

  • Enfócate en ti, no en “cambiar” a tu madre: Acepta que no está en tus manos modificar la personalidad de tu madre. Intentar que ella deje de ser neurótica por fuerza suele conducir a frustración, ya que el cambio solo ocurre si ella reconoce el problema y busca ayuda. En lugar de gastar tu energía en “arreglarla”, concéntrate en cómo reaccionas tú ante sus comportamientos[19]. Por ejemplo, en vez de discutir cada vez que ella se angustia, puedes tú mismo practicar técnicas de calma o retirarte de la situación antes de empeorar el conflicto. Cambiar tu manera de relacionarte (más tranquila y firme) a menudo obliga a que la dinámica cambie, aun cuando tu madre siga siendo ansiosa. Recuerda: no puedes controlar sus acciones, pero sí tus respuestas.
  • Pon límites de forma asertiva: Tener una madre neurótica no significa que debas ceder a todas sus demandas o tolerar conductas hirientes. Aprende a decir “no” o a marcar límites con respeto pero con firmeza. La comunicación asertiva es clave: implica expresar tus necesidades y derechos sin agresividad, pero sin pasividad[20]. Por ejemplo, si tu madre tiende a invadir tu privacidad o a llamarte 20 veces al día por preocupación, puedes establecer límites claros (“Mamá, entiendo que te preocupas, pero necesito mi espacio. Te llamaré yo todas las noches para que estés tranquila”). Hacer respetar tus límites le muestra que te importas a ti mismo; es posible que al principio ella reaccione mal, pero mantente firme y calmado. Ser asertivo no es faltarle el respeto, sino proteger tu bienestar respetando también a tu madre. Esto reduce la sensación de asfixia y con el tiempo puede mejorar la relación, pues evita acumulación de resentimiento. Recuerda las palabras de un principio de autoayuda: “No puedes evitar que los pájaros de la preocupación vuelen sobre tu cabeza, pero sí que aniden en tu cabello”. Pon límites a cuánto de su ansiedad dejas entrar en tu vida diaria.
  • Cuestiona tus creencias irracionales y pensamientos negativos: La terapia racional emotiva enfatiza que muchas de nuestras emociones angustiosas vienen de ideas exageradas o poco realistas que nos decimos a nosotros mismos. Revisa tus pensamientos respecto a tu madre y la situación. ¿Te estás diciendo cosas como “Esto es insoportable, mi vida nunca será feliz con una madre así” o “Mi madre arruinó mi infancia, estoy condenado a ser infeliz”? Es comprensible sentir frustración, pero ese tipo de ideas absolutas (exigencias, catastrofismos, generalizaciones globales) solo aumentan tu sufrimiento[21]. Intenta reformular esos pensamientos de manera más racional y constructiva. Por ejemplo, en vez de “Nunca podré ser feliz por culpa de mi madre”, podrías pensar “Mi infancia tuvo dificultades, pero de adulto puedo tomar el control de mi felicidad”. No es magia positiva, es equilibrar la perspectiva. Cuestiona cada creencia extrema: ¿Realmente nunca podrás ser feliz? ¿Acaso no hay nada que puedas hacer? Al desafiar estas creencias, las debilitas. Sustituir pensamientos irracionales por otros racionales te permitirá manejar mejor tus emociones y actuar de forma más funcional con tu madre[18]. Si sientes culpa, por ejemplo (“Tengo que hacer feliz a mamá, si no soy mal hijo”), recuerda que cada persona es responsable en última instancia de sus propias emociones; tú no eres responsable de las emociones ajenas. Trabajar en tus creencias te dará libertad interior aunque la situación externa no cambie de inmediato.
  • No te culpes ni lo tomes como algo personal: Los hijos de padres neuróticos a veces cargan con culpas indebidas (“si mi madre está nerviosa es por mi causa”) o interpretan las reacciones maternas como ataques personales. Es importante entender que tu madre actúa así por sus propios miedos, no porque tú hayas hecho todo mal. Por ejemplo, si ella explota de ira porque saliste con amigos, probablemente la raíz es su ansiedad a que te pase algo, más que un desprecio hacia ti. Esto no justifica formas inadecuadas (como gritos o insultos), pero comprender la motivación –que suele ser el miedo de ella, no tu mal comportamiento– te ayuda a no interiorizar mensajes negativos. La madre neurótica puede decir frases duras en momentos de tensión, pero intenta no adoptar esas palabras como verdades sobre ti. No eres “mala hija” o “mal hijo” por querer tu espacio, ni egoísta por no seguir todas sus sugestiones. Mantén separación entre su emoción y tu valor personal. Como mencionamos, muchas conductas controladoras en realidad provienen del temor de la madre a quedarse sola o perder el control[13]. Ella quizás no sabe expresarlo de otra forma. Teniendo esto presente, podrás enfrentar la situación con más empatía y menos resentimiento, y sobre todo proteger tu autoestima: las dificultades de tu madre no definen quién eres tú.
  • Comunica lo que sientes (en momentos de calma): En la medida de lo posible, busca espacios de diálogo sereno con tu madre para expresarle cómo te afecta su comportamiento. Es posible que ella no sea plenamente consciente del impacto de sus acciones[22]. Algunas personas neuróticas no se dan cuenta de cuánto ansiedad generan en los demás. Explícale con cariño pero con honestidad que, por ejemplo, su exceso de preocupación te agobia o que sus críticas constantes te hacen sentir mal. Usa frases en primera persona (“Yo me siento… cuando tú…”) para no sonar acusatorio. Puedes proponer soluciones en conjunto: “Me gustaría que confiases más en mí en X aspecto; podríamos intentar cambiar esto poco a poco.” Si ella muestra disposición, incluso podrían considerar acudir juntos a terapia familiar o a sesiones con un psicólogo, donde un profesional medie la comunicación[23]. Ojo: Si intentar hablar degenera siempre en pelea, tal vez sea mejor mantener la comunicación en lo básico y aplicar más las otras estrategias (límites, distancia temporal) para evitar confrontaciones estériles. Pero en muchos casos, una conversación desde el amor (escogiendo un momento tranquilo, sin acusar) puede abrir un pequeño espacio de entendimiento. Quizá tu madre nunca había escuchado cómo te hace sentir su forma de ser; a veces eso puede motivar pequeños cambios o al menos mayor respeto hacia tu posición.
  • Fortalece tu propia red de apoyo y cuida tu bienestar: No enfrentes la situación en soledad. Busca apoyo en otras personas de confianza: familiares menos neuróticos, amigos, parejas o grupos de apoyo. Hablar con alguien de lo que vives te puede dar perspectiva y alivio emocional. Asimismo, considera buscar ayuda profesional para ti mismo. Un terapeuta (idealmente con enfoque cognitivo-conductual) puede ayudarte a desarrollar habilidades para manejar la ansiedad que te genera la relación con tu madre, a sanar posibles heridas de la infancia y a mantener límites sin sentir tanta culpa[24]. La terapia te proporciona un espacio seguro para validar tus sentimientos y aprender estrategias específicas (por ejemplo, técnicas de relajación, manejo de la ira, etc.). Recuerda que cuidarte no es ser egoísta; al contrario, mientras más fuerte estés emocionalmente, mejor podrás relacionarte con tu madre sin entrar en dinámicas dañinas. Además, practica el autocuidado diario: realiza actividades que te gusten y te calmen (ejercicio, meditación, hobbies), rodéate de personas positivas y mantén hábitos saludables. Estas prácticas fortalecen tu resiliencia frente al estrés. Si vives aún con tu madre, trata de tener espacios personales (salidas, tiempo en casa de amigos, etc.) que te den respiro de la atmósfera ansiosa. No está mal alejarte temporalmente para recargar energías cuando la convivencia se vuelve muy tensa.

En conclusión, lidiar con una madre neurótica es un desafío, pero con comprensión, límites claros y trabajo en tus propios pensamientos y emociones, puedes lograr estar bien. La Terapia Racional Emotiva Conductual nos enseña que al cambiar nuestras creencias irracionales por otras más racionales, podemos sentirnos mejor y actuar de forma más adaptativa incluso en situaciones difíciles[18]. Así, en vez de perpetuar un ciclo de gritos, culpas o sumisión, tú tienes el poder de romper esa dinámica. No estás solo: muchas personas han navegado relaciones parentales complicadas y han salido adelante, incluso fortaleciéndose a partir de ellas. Con paciencia, apoyo y las estrategias mencionadas, es posible mantener tu salud mental y emocional teniendo una madre neurótica, e incluso mejorar la relación en lo posible. Y si pese a todo las cosas no cambian en ella, habrán cambiado en ti: serás más resiliente, autónomo y estarás en paz contigo mismo, que al final es lo más importante. [25][17]

Fuentes: Terapia cognitivo-conductual y TREC (Ellis); Artículos de salud mental (La Vanguardia, PsicoDestino, Psicomaster); Estudio sobre neuroticismo parental y depresión en hijos[14]; CalmSage (Neuroticism)[17]; Ejemplos de Bernardo Stamateas[26][7]; entre otros.


[1] [3] [8] [9] Qué es la neurosis y cómo tratar esta afección

https://www.lavanguardia.com/vida/salud/20190610/462770127774/neurosis-sintomas-causas-como-tratar-enfermedad.html

[2] [4] [5] [10] [17] Neurotic Personality Traits : Causes, Impact, And Coping Tips

[6] [7] [11] [12] [26] La personalidad neurótica – PsicoDestino

[13] Neurotic Love: When Love Turns into Dependency and Tyranny | Mentalzon

https://mentalzon.com/en/post/1267/neurotic-love-when-love-turns-into-dependency-and-tyranny

[14] [15] [16] [25] Transmission of parental neuroticism to offspring’s depression: the mediating role of rumination – PubMed

https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/25183563/

[18] [21] ru.dgb.unam.mx

https://ru.dgb.unam.mx/bitstreams/6c99df78-e300-49c4-998a-b2b33d43e017/download

[19] [20] [22] [23] [24] ¿Qué hacer si mi madre me da ansiedad? | Psicomaster


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