Vivimos en una era en la que las notificaciones saltan más rápido que tus pensamientos y la lista de tareas parece el guión de una saga épica. Concentrarse en una sola cosa puede sentirse como domar un dragón. En esta guía combinamos ciencia, psicología y un toque de humor para ayudarte a volver a poner el foco en tus objetivos (y que no te distraiga la próxima canción pegadiza).
Las causas ocultas de nuestra falta de concentración

Antes de corregir la falta de concentración, conviene saber qué estamos corrigiendo. La concentración es la capacidad de la mente para dirigir y mantener la atención en una tarea específica durante un tiempo prolongado, ignorando estímulos irrelevantes[1]. Se trata de un proceso complejo en el que intervienen diversas áreas del cerebro —en especial la corteza prefrontal, encargada de la atención, planificación y toma de decisiones[2]— que filtran las distracciones y se comunican entre sí para mantener el foco[3].
Entonces, ¿qué nos saca del modo concentrado? Los psicólogos señalan que hay varias causas frecuentes. Los distractores externos (ruidos, notificaciones del teléfono, redes sociales) compiten constantemente por nuestra atención[4]. Realizar varias tareas al mismo tiempo, sin tener una de ellas automatizada, divide la atención y aumenta los errores[5]. Los pensamientos repetitivos o preocupaciones personales absorben recursos mentales y dificultan fijar la atención en otra cosa[6]. El cansancio y la desmotivación reducen la energía disponible para la corteza prefrontal, lo que disminuye la capacidad de concentrarse[7]. Saber reconocer estas trampas es el primer paso para dejar de caer en ellas.
El papel de los hábitos saludables: sueño, ejercicio y más

Tu cerebro no es un robot que funciona con café y fuerza de voluntad; es un órgano que necesita cuidados físicos para rendir al máximo. Dormir bien es quizás el hábito más infravalorado. La calidad del sueño —no solo la cantidad— permite que el cuerpo y la mente se recuperen; dormir bien mejora la concentración, la atención y la memoria y fortalece el sistema inmunológico[8]. Un sueño de mala calidad genera una lucha interna entre el deseo de concentrarse y el cansancio fisiológico, y a la larga puede acarrear problemas de salud[9]. Factores como el estrés, la cafeína antes de dormir y la falta de actividad física alteran los ciclos de sueño y, por tanto, la capacidad de concentrarse[10]. Establecer una rutina de sueño regular, mantener la habitación oscura y evitar pantallas antes de acostarte son hábitos sencillos que mejoran notablemente el descanso[11].
El ejercicio físico es otro aliado inesperado. Un estudio del Centro de Ciencias Neurales de la Universidad de Nueva York mostró que una sola sesión de ejercicio vigoroso de una hora mejora significativamente la función cerebral y que ese efecto se mantiene hasta dos horas[12]. Los participantes que realizaron ejercicio obtuvieron mejores resultados en pruebas cognitivas y mostraron mayor actividad en la corteza prefrontal que quienes no se ejercitaron[13]. Otros expertos explican que el ejercicio aumenta el flujo sanguíneo al cerebro, estimula la producción de factores de crecimiento como el BDNF, libera endorfinas y mejora los niveles de serotonina y dopamina, todo lo cual favorece la atención y la resistencia a la fatiga[14]. En resumen, moverte te da tiempo; el tiempo que ahorras cuando tu mente está despejada y responde más rápido.
No olvidemos la hidratación. Incluso una deshidratación leve del 2 % del peso corporal puede disminuir la memoria de trabajo y el estado de alerta[15]. Beber agua regularmente —no refrescos azucarados— mantiene tu cerebro lubricado y listo para procesar información.
Multitarea: ¿mito de eficiencia o pesadilla para el cerebro?

La multitarea suena bien sobre el papel: hacer más en menos tiempo. Pero la ciencia no es tan optimista. Investigaciones citadas por National Geographic indican que las personas tardan más en completar una tarea y cometen más errores cuando cambian de actividad que cuando se concentran en una sola[16]. El problema es la pérdida de «automaticidad»: cada vez que cambias de actividad, tu cerebro tiene que reiniciar el contexto y eso consume energía[17]. Además, estudios de la Universidad de Sussex encontraron que la multitarea continuada reduce la densidad de materia gris en la corteza cingulada anterior, una región relacionada con la empatía y el control cognitivo[18].
Esto no significa que haya que desterrar por completo la multitarea: algunos estudios sugieren que en contextos creativos puede favorecer la resolución de problemas[19]. La clave está en no usarla como herramienta habitual para tareas que requieren atención sostenida. Cambiar de canción puede inspirarte; cambiar de tarea cada minuto solo hará que termines tarde y de mal humor.
Alimentación y hidratación que alimentan tu atención

Si quieres que tu cerebro rinda, tienes que alimentarlo como a un atleta. Dietistas de la Universitat Oberta de Catalunya recomiendan incorporar ciertos nutrientes que mejoran la memoria y la concentración. Los ácidos grasos omega‑3 (presentes en pescados como el salmón) y omega‑6 (en frutos secos y semillas) mejoran la velocidad mental y ayudan a mantener las membranas neuronales[20][21]. La vitamina B12, presente en quesos y carnes, sostiene la velocidad de procesamiento mental y previene la fatiga[22]. Los flavonoides de los frutos rojos y el chocolate negro activan áreas como la corteza prefrontal y reducen el daño oxidativo[23]. Y los cereales integrales y otras fuentes de carbohidratos complejos proporcionan energía sostenida al cerebro[24].
Estas recomendaciones se basan en investigaciones que demuestran que el ácido docosahexaenoico (DHA) favorece la plasticidad y la función sináptica[25]. Además, mantener niveles adecuados de B12 y flavonoides previene el deterioro cognitivo y mejora la memoria[26]. La alimentación es un proceso continuo: estos nutrientes tardan semanas en mostrar beneficios, así que no esperes milagros la noche anterior al examen[27].
En cuanto a las bebidas, la principal fuente de hidratación debe ser el agua. Una deshidratación leve puede afectar tu atención[15]. La cafeína puede mejorar la velocidad de procesamiento y la memoria de trabajo en dosis moderadas[28], pero evita las bebidas energéticas con altos niveles de taurina y azúcar, ya que se han asociado con insomnio y ansiedad[29]. También conviene evitar dietas extremas, que pueden generar hipoglucemias y disminuir la capacidad de concentración[30]. Un cerebro bien alimentado es un cerebro feliz (y menos susceptible a los ataques de galletas de la tarde).
Técnicas para entrenar tu mente: mindfulness, respiración y más

Finalmente, la concentración es una habilidad que se entrena. Diversos expertos recomiendan eliminar o reducir las distracciones: apaga el teléfono, cierra pestañas innecesarias y busca un lugar tranquilo[31]. Establece metas realistas y divide las tareas grandes en partes más pequeñas[32]. Tomar descansos regulares cada 20–30 minutos ayuda a evitar la fatiga mental[33]. Dormir lo suficiente y mantener una dieta saludable ya los mencionamos, pero repítelo como un mantra[34].
Otras técnicas son más activas: los ejercicios de respiración profunda y de conteo te obligan a centrar la atención en la entrada y salida del aire[35]. El yoga te ayuda a coordinar movimientos, respiración y atención[36]. La meditación mejora el control de la mente y reduce el estrés[37]. Al principio estos ejercicios pueden parecer aburridos, pero recuerda que cada minuto de práctica es como una sentadilla para tu cerebro. Poco a poco desarrollarás la capacidad de ignorar distracciones y entrar en un estado de flujo.
Conclusión
Concentrarse en un mundo lleno de distracciones es como intentar escuchar un susurro en medio de un concierto. Sin embargo, la ciencia nos recuerda que la atención no es un don mágico, sino una habilidad que se cultiva con hábitos saludables, alimentación adecuada, ejercicio, descanso y técnicas de entrenamiento mental. Dormir lo suficiente, moverte con regularidad, alimentar tu cerebro con nutrientes adecuados y evitar la multitarea constante son inversiones en tu bienestar cognitivo.
Finalmente, sé amable contigo mismo: hay días en que la mente divaga y otros en que parece un láser. Con práctica, paciencia y un poco de humor, podrás concentrarte en lo que sea… incluso en terminar de leer artículos tan largos como éste.
[1] [2] [3] [31] [32] [33] [34] [35] [36] [37] La concentración mental: cómo puede mejorar tu calidad de vida
[4] [5] [6] [7] Falta de concentración: causas y 10 consejos para combatirla
https://psicologiaymente.com/psicologia/falta-de-concentracion
[8] [9] [10] [11] Cómo hay que dormir para lograr concentrarse mejor al día siguiente
[12] [13] [14] De qué forma el ejercicio físico puede impulsar la salud cerebral y cognitiva – INECO
[15] [20] [21] [22] [23] [24] [25] [26] [27] [28] [29] [30] Dieta para exámenes: cómo alimentar la concentración y la memoria | UOC
https://www.uoc.edu/es/news/2025/dieta-para-examenes-como-alimentar-la-concentracion-y-la-memoria
[16] [17] [18] [19] Cómo nos afecta el multitasking: 3 efectos de la multitarea | National Geographic | National Geographic


