¿Alguna vez has sentido que castigar a alguien (o a ti mismo) por un error es como poner una curita en una fractura? Detiene el sangrado visual, pero no arregla el hueso. A menudo, cuando corregimos una conducta, nos centramos en que la persona se sienta mal por lo que hizo, creyendo erróneamente que la culpa es un buen maestro. Spoiler: no lo es.
La Sobrecorrección es una técnica conductual fascinante porque cambia el enfoque: no se trata de pagar una pena, sino de restaurar y mejorar. Basándonos en la psicología conductual y la filosofía de la aceptación incondicional, aquí te explico por qué esta herramienta puede transformar los errores en lecciones magistrales.
1. No es Venganza, es Restauración (y un poco más)
La mayoría de los castigos son arbitrarios (¿qué tiene que ver quitar la consola con haber insultado a un hermano?). La sobrecorrección, en cambio, tiene una lógica intrínseca vinculada directamente al acto. Consiste en pedirle a la persona no solo que deshaga el daño (restitución), sino que deje la situación mejor de lo que estaba antes.
Si tu hijo pinta la pared del salón, el castigo no es gritarle. La sobrecorrección es que limpie su dibujo y, ya que está ahí, limpie toda esa pared para que quede impecable. El mensaje es claro: tus acciones tienen impacto, y tú tienes el poder (y la responsabilidad) de arreglarlo.
2. Practica lo Bueno hasta que sea Aburrido (Práctica Positiva)
El segundo componente de esta técnica es la Práctica Positiva. No basta con arreglar lo roto; hay que aprender a no romperlo. Esto implica repetir la conducta correcta varias veces inmediatamente después del error.
Si entraste a casa dando un portazo porque estabas enfadado, la sobrecorrección implica salir y volver a entrar suavemente… tres veces. Al principio puede parecer ridículo, pero estás reentrenando a tu cerebro (y a tus músculos) para actuar de la forma adecuada, sustituyendo el impulso por el hábito.
3. Elimina la Etiqueta de «Torpe» o «Malo»
Desde la Terapia Racional Emotiva, sabemos que el problema nunca es la persona, sino la conducta. Cuando aplicas la sobrecorrección, eliminas el juicio moral. No estás diciendo «eres un desastre»; estás diciendo «hubo un error, y aquí está la forma técnica de solucionarlo».
Esto fomenta la autoaceptación incondicional. El error se convierte en un evento neutro que requiere una inversión de tiempo y energía para solucionarse, no en una mancha en tu valía personal.
4. Entrenamiento en Alta Tolerancia a la Frustración
Seamos honestos: tener que limpiar toda la pared o repetir una acción cinco veces es tedioso. ¡Y ese es el punto! No es doloroso, es molesto. Esta técnica ayuda a desarrollar tolerancia a la frustración.
Aprendemos que cometer errores por descuido o impulsividad tiene un coste de tiempo y esfuerzo. La próxima vez, el cerebro lo pensará dos veces, no por miedo al castigo, sino por pereza de tener que hacer todo el trabajo de reparación. Es economía de energía aplicada a la conducta.
Cita para reflexionar: «No nos afecta lo que nos sucede (el error), sino lo que nos decimos acerca de lo que nos sucede. Si lo vemos como una catástrofe, sufrimos; si lo vemos como una oportunidad de reparación, aprendemos.»
Conclusión
La sobrecorrección nos invita a dejar de ser jueces verdugos para convertirnos en entrenadores de vida. Transforma el «lo siento» vacío en una acción reparadora concreta.
La próxima vez que te enfrentes a un error, tuyo o ajeno, pregúntate: ¿Cómo puedo no solo arreglar esto, sino dejarlo mejor de lo que lo encontré?
Psicólogo en línea 